domingo, 20 de octubre de 2013

EUROPA SIN FRONTERAS

EUROPA SIN FRONTERAS
Esto empezó hace muchos, muchos años en una galaxia muy, muy lejana llamada Maastricht. Nuestros políticos europeos, buenos y protectores con su pueblo se inventaron una Europa sin Fronteras, al menos eso nos decían, borrando rayas y puntos como en la canción de Rosa León. Muchos años más tarde se dieron cuenta de que, ay señor qué olvido más tonto, tenían que haber hecho una fiscalidad común; pero bueno, eso son tontás, no nos vamos a enfadar por tan poca cosa. Y hoy vemos en Francia a una niña kosovar de quince años sacada por la policía de una excursión escolar para ponerla, junto con su familia, al otro lado de una frontera que NO EXISTE. Para colmo de la vergüenza (aunque a ellos les da igual porque la tienen perdida) ahora Hollande comunica a la niña que ella puede volver, pero su familia no. Sí hombre, claro: una niña extranjera de 15 años, foco mediático, sola en Francia con la gusanera ultraderechista bullendo como nunca. La infamia sobre la vergüenza.
Todo ese racismo francés (digo francés porque es el caso que nos ocupa) en realidad no es puramente y solamente racismo sino que es odio al pobre (que no es más que miedo a la pobreza). No veo que se muestren tan beligerantes contra la inmigrante italiana Carla Bruni, ni contra el inmigrante de segunda generación greco-húngaro Sarkozy.

Esto es por si nos quedaban dudas, queridos y queridas, de para qué se inventó esta Europa. La ecuación es muy simple: no existen fronteras para el dinero, para la especulación, para la banca, como no las hay tampoco para el cinismo y la desvergüenza de sus dirigentes, pero en esta Europa sin fronteras se ha inventado una frontera para poder apartar a los extranjeros pobres. Los extranjeros ricos se pueden quedar todo lo que quieran. En España el PP llegó a proponer que si tenían el dinero suficiente para comprarse una casa de las caras se les podía dar la nacionalidad; si se estaban muriendo de hambre no, esos que se vayan a morirse a otra parte. Es una Europa sin fronteras en la que sólo existe una frontera: la frontera entre ricos y pobres, que crece día a día sin parar. Y quizás otra frontera más, ésta sutil e invisible: una que le sirve al partido socialista francés (y ya que me pongo a todo el social-neoliberalismo europeo) para dejar fuera todo asomo de humanidad, de vergüenza, de solidaridad. Es una frontera que les sirve para coger todo aquello que compone su apellido “socialista” y ponerlo al otro lado, desde donde no lo puedan oír dar gritos de indignación.

sábado, 12 de octubre de 2013

FEMEN Y EL CRAZY HORSE

FEMEN Y EL CRAZY HORSE
Vayan por delante dos cosas: una, que el activismo político me parece imprescindible siempre y en los tiempos que corren aún más porque sacude conciencias. Una de las acciones políticas más contundentes que recuerdo fue la expropiación de carros del Mercadona por parte del SAT, que tanta repercusión tuvo. Posteriormente la Brunete mediática no quiso darle tanta publicidad a la expropiación de carros con material escolar. Y dos, que el aborto es una decisión que compete sólo a la mujer a la que le toca abortar, así que, que se vayan saliendo del debate curas, médicos, jueces y demás ralea.
Pero en estos días me he hecho varias preguntas: ¿Entre las activistas de Femen no hay mujeres con la barriga gorda y las tetas caídas?, ¿no hay mujeres cincuentonas ni chicas con sobrepeso? Y si las hay , ¿qué hacen con ellas cuando toca manifestarse?, ¿las esconden?. Porque las tetas de Femen y las cabezas en el pintor renacentista Masaccio tienen algo en común: son todas iguales. Cuando yo estaba en el Colectivo Feminista de Murcia, no se nos hubiera ocurrido decir: “venga nenas, a ver cómo estamos de tetas, que vamos a decidir a quién le toca salir hoy a denunciar la política anti feminista”. Salíamos todas: grandes, pequeñas, gordas, delgadas, guapas, feas y de todas las edades…Anda que si hubiéramos tenido que empezar a discriminar entre nosotras, aviadas hubiéramos estado.
Hace muchos años, en un viaje a París, un cliente nos invitó a ver una actuación en el cabaret Crazy Horse. Salían las chicas en pelota picada y con las botas y el gorro de la policía montada del Canadá. Yo quedé impresionadísima por el hecho de que eran todas igualicas: misma estatura, mismo peso, mismas tetas, mismos muslos, mismo culo…Y claro, no se me había ocurrido antes (entre otras cosas porque no había estado nunca en un cabaret) pero la conclusión evidente era que las chicas tenían que pasar un casting tremendamente estricto. Bueno, pues siempre que he visto a las activistas de Femen he tenido una especie de déjà-vu. Llamadme paranoica.
No sé si en Femen pasan un casting para salir a manifestarse, pero al menos lo parece: tanta homogeneidad no es real. La forma y el fondo se contradicen si para reivindicar tu feminismo tienes que ser jovencísima, monísima y con unas tetas gloriosas. Si tienes que pasar un filtro como para trabajar en el Crazy Horse no sé a qué viene presentarte como feminista. Utilizar la mujer objeto para vender coches o para reivindicar el derecho al aborto, al final, viene a ser igual de cuestionable. Protestar contra la utilización de la mujer como objeto utilizando para ello mujeres objeto es un oxímoron puro.  Os invito a que entréis en Internet en una fotogalería de Femen: le pago una convidá al que encuentre una gorda, vamos, te pones todas las fotos juntas y te haces un Playboy casero. He leído un artículo que dice que detrás de este grupo hay un ruso de 36 años y muy poco feminista que es el que maneja el asunto. Pues no me extrañaría nada. Esto sólo se le ocurriría a un hombre en la línea de los señores con los que compartí mesa en el Crazy Horse. Gracias, Femen, por mostrarnos que la falta de visibilidad del feminismo al uso se debe a que somos todas gordas, feas y/o no enseñamos las tetas.

El debate que se ha generado es positivo, lo sé. Pero no basta sólo el ruido. Tenemos que saber lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. Un poquito de coherencia, por favor.

miércoles, 2 de octubre de 2013

VAMOS DE FLÚOR HASTA LAS CEJAS

VAMOS DE FLÚOR HASTA LAS CEJAS

Estamos en crisis, no hay dinero para nada. Mentira. Sí que hay, lo que pasa es que el dinero sigue un flujo perverso: va de abajo hacia arriba, de donde hay menos a donde hay más, de los bolsillos pobres a los bolsillos ricos. Ese flujo perverso está potenciado y protegido por la clase política. La fiscalidad de este país es un puro timo. ¿Habéis visto esos tubos que tienen sobre las cajas del Mercadona y otros supermercados, en los cuales la cajera mete un rulo de billetes y de pronto, flusss, p’arriba, como si fuera magia?, pues la fiscalidad española está inspirada en ese tubo. Mi madre suele decir: ¿dónde va el dinero?, donde hay más; ¿dónde va la miseria?, donde hay más. Pues esa situación tenemos que revertirla porque, gracias a esa tendencia acumulativa que parece ley universal, no vamos a menos, vamos a más: más paro, más miseria, más marginalidad. Igual que por parte del gobierno: más caradura, más cinismo, más desvergüenza. Y por parte de la población: más atonía, más apatía, más desgana. 
Leí en alguna parte una teoría conspiranoica (y eso que yo no soy mucho de conspiraciones…) que decía que durante el III Reich se empezó a introducir flúor en la sal y en el agua para manejar a la población con más facilidad, porque la acumulación de flúor en el organismo conduce a la falta de respuesta ante los estímulos y a la apatía. Actualmente se realiza la fluoración del agua en muchos países aunque en casi toda Europa está prohibido por ley. Menos en España y en Rumanía creo, hablo de memoria. Pues que queréis que os diga, visto lo visto, a veces da la sensación de que vamos todos de flúor hasta las cejas.