martes, 25 de febrero de 2014

LOS GOYA

LOS GOYA

Ha pasado la gala de los Goya que llegó como llegan las golondrinas a la primavera: con puntualidad, ruido de graznidos y vuelos raudos. En la gala los directores, actores y demás familia protestan, se suelen sumar  a la protesta que haya en vigor en ese momento. La protesta, como sabemos, en general es de izquierdas, a menos que se reivindique recortar derechos ciudadanos (derecho al matrimonio gay, derecho al aborto…) y entonces es de derechas. Pero a éstas últimas no se une el mundo de cine. Éste suele recoger la voz de la calle. La derecha, la derechita y la derechona se rasgan las vestiduras, se une al linchamiento la prensa del corazón y otros órganos internos: ¡una entrega de premios convertida en un acto político, hasta ahí podíamos llegar, qué vergüenza, encima que son unos subvencionados, más les valdría callarse!, éste es el discurso, muy resumidito. Bueno, vamos por partes: en este país, el cine está subvencionado, sí, como otras actividades culturales, pero no lo suficiente, también como otras actividades culturales. Pero es que también están subvencionados los partidos políticos, los sindicatos y hasta la patronal, y eso de que esté subvencionada la patronal sí que debería escandalizarnos. Pero no, nos escandaliza que se subvencione una actividad cultural. Bueno, cosas de este país. No, miento: cosas de las empresas mass media de este país a quienes les interesa vapulear y ridiculizar las legítimas protestas ciudadanas. Y por dios, que éstas no se mezclen con el glamour, que eso es como mezclar caviar y chorizo. En fin. Pero no he acabado. Vamos al meollo de la cuestión: ¿política en una entrega de premios?, muy mal. Este es el mensaje. Pues queridos y queridas, ¿no es política la simple convocatoria de los premios Príncipe de Asturias, creados para promocionar una sucesión monárquica estafadora y espuria y no es éste un premio creado específicamente a mayor gloria del heredero?, ¿no es política el concurso infantil “qué es un rey para ti” con toda su carga de culto a la personalidad?, ¿podría ser más político el desfile de las fuerzas armadas y más tendencioso el denominado día de la hispanidad?, ¿no es política de confesionalidad religiosa la presencia de un obispo en cada funeral de estado?,  ¿es necesario que siga?, ¿a que no?, ¿a que os dais cuenta vosotros también de que todo es política, pero que sólo se crítica hasta la extenuación y el ridículo aquella que refleja demandas populares? Pues eso.

miércoles, 12 de febrero de 2014

SOÑANDO EUROPA

Soñando Europa
El mar, tumba de África, el mar donde miles de olvidados cadáveres africanos sueñan para siempre el sueño europeo, un sueño mezquino y escurridizo bordeado de valla de concertina y con trampa de fondo de mar, un sueño que consiste en ser camarero, albañil, asistenta, prostituta, un sueño hecho de no pasar hambre, huir de la guerra, mantener a los tuyos mandando la exigua paga, un sueño como una dura carrera de obstáculos donde la menor preocupación es el desprecio europeo por el africano que viene a ocupar un puesto de trabajo de ínfima calidad, un sueño europeo como un campo minado de explotación, xenofobia, trata de mujeres, cárcel en forma de CIE, esa cárcel encubierta donde el único motivo para que te encierren es ser africano pobre y que aún así sigue siendo mejor que morir de hambre, persecución y guerra en el bello continente africano. Hoy, otros catorce cadáveres africanos sueñan en el fondo del mar porque las pelotas de goma de la guardia civil les impidieron alcanzar la orilla. Cómo puede ese mar albergar tantos sueños eternos, cómo puede custodiar tanta muerte sin crecer, levantarse en una ola gigante y tragarse de un trago la mezquindad europea con sus aires de guardián de Europa y su ridícula superioridad de raza.


domingo, 9 de febrero de 2014

YO QUIERO PROBAR LO QUE FUMA LA INFANTA

Yo quiero probar lo que fuma la infanta 
Todo es sumamente irreal (¿o soy yo?). Esa infanta que va a declarar con pinta de haber fumado algo que además de dejarla muy relajada, le da mucha risa, como si dentro del juzgado le esperara un ramo de rosas, ese ramo que tanto se merece, con su bella melena rubia acariciada por la brisa mallorquina, la brisa de su ex título nobiliario, qué simbólico. Ese fiscal que escribe el último verso de la canción infantil "todas esas cosas había una vez cuando yo soñaba el mundo al revés" y se convierte en fiscal defensor. El fiscal seguramente le habrá preguntado a la infanta qué champú utiliza para tener un pelo tan bonito y ella habrá sonreído otra vez, condescendiente, relajada, encantadora como es ella.  Y si no es esto lo que ha sucedido da igual, como para el caso va a tener el mismo resultado, dejadme que sueñe. Miquel Roca, un padre de la Constitución la defiende (se ve que no se ha enterado que ya la defendía el fiscal) y es como si la defendiera la Constitución misma, mandando el mensaje de que esa chica tan simpática y educada es inocente total por vía constitucional. De nuevo es todo tan simbólico.  Es como si hubiera ido a declarar una de las Meninas de Velázquez porque por lo visto esta bella infanta,  con estudios superiores, varios másters y trabajando en un banco, ignoraba lo que hacía su marido y de dónde sacaba pa tanto como destacaba. No, las Meninas están por encima de cuestiones tan prosaicas y groseras , están en un nivel superior donde el tintineo del vil metal no desvela sus sueños. Y esto es lo que ha declarado.  Y al fiscal le ha parecido de maravilla  porque Cristina tiene para el señor fiscal la hermosa voz de una sirena y todo lo que dice es maravilloso.
Los monárquicos se rasgan las vestiduras y se cubren el cabello de ceniza en señal de duelo mientras gritan: ¡una infanta de España ante la justicia, ya tenéis lo que queríais, iconoclastas del demonio!. Pues no, una vez más no se enteran de nada. Lo que se reclama no es una pantomima para contentar al vulgo, que es lo que está pareciendo esto. Lo que se reclama es equidad en el reparto de justicia para que ésta merezca tal nombre, nada más. Nada menos.



martes, 4 de febrero de 2014

TRINCHERA DE LIBROS

TRINCHERA DE LIBROS


Cuando yo tenía 8, 9,10,11,12 años la biblioteca de mi casa estaba compuesta por los siguientes volúmenes: la Santa Biblia (Áncora y Delfín)  y un atlas (Aguilar), que llevábamos a medias con unas vecinas, las del Goti. La Biblia era de ellas y el atlas nuestro y nos los íbamos prestando a tramos, no sin rencillas. Y peripecias de la literatura itinerante y de la nostalgia galopante, ambos ejemplares están ahora en mi poder. Hubo sus más y sus menos con la Biblia y el atlas con la Jose del Goti: dame el atlas, pues dame tú la Biblia, pos sí, pos no. Finalmente los libros se quedaron donde ellos sabían que eran más queridos. No había otra  cosa, así que me leí la Biblia. Sí, la Biblia. No entera, claro, que yo era rara pero dentro de un orden. Y también me leí el atlas aunque creáis que eso no es posible. Y hacía competiciones con mi hermano Pepe a ver quién se sabía más capitales de países y a ver quién conseguía adivinar a qué país pertenecía cada bandera. También tenía un Diccionario (Zamora). No me lo leí, es verdad, pero me lo empecé muchas veces. Como Rayuela. Me quedaba fascinada mirando y mirando una página doble de accidentes geográficos, en papel satinado y a todo color. A esta selección se le unió más tarde (¡¿por qué?!) El Exorcista de William Peter Blatty. Y también me lo leí. No me dio tanto miedo, le dio más a mi hermana (sospecho que vio la peli) que me obligaba a dormir con ella y a leer hasta que a ella le daba  sueño. Repito, hasta que a ELLA le daba sueño. Cosas de hermanas. A esto hay que unir los impagables libros de texto Senda de lectura de mis hermanos (Gloria Fuertes, El Piyayo, Sotileza, Cansera de Vicente Medina…). Y así fui haciéndome una trinchera, libro a libro, como una inadaptada, como la inadaptada que era, y en esa trinchera a la que luego, con más edad y criterio, fui añadiendo literatura de la buena, pasé largos años. He leído en La Galla Ciencia un texto de José Daniel Espejo que me ha hecho constatar que no soy la única. Me ha confortado. Los raros nos entendemos entre nosotros.