sábado, 31 de octubre de 2015

ESTAMOS HARTAS

ESTAMOS HARTAS
Nos matan y estamos hartas.
Hartas
De 43 entierros este año
y de jueces que no ven la necesidad de imponer orden de alejamiento.
De agresiones recurrentes
y de la permanente y torticera alusión a las denuncias falsas.
De comunicados de enérgica repulsa
y de políticos declarando que temen compartir ascensor con una mujer y que ésta les denuncie por acoso.
Del preceptivo minuto de silencio
y de la conferencia episcopal promocionando "Cásate y sé sumisa".
De banderas a media asta
y de tal precarización del trabajo femenino que impide a la mujer independizarse.
De anuncios del gobierno de España por la igualdad
y de FP para "amas de casa".
De mensajes de adhesión contra la violencia machista
y de ser en las canciones de rock una rubia loca o una rubia en el asiento de atrás.
Estamos hartas de una sociedad que lamenta nuestras muertes
y que no reacciona para evitarlas.
Ni una más
Ni una más

Ni una más

miércoles, 21 de octubre de 2015

¿POR QUÉ MUEREN LAS MUJERES?

¿POR QUÉ MUEREN LAS MUJERES?

Cuando opinamos lo hacemos pensando que las ideas que nos surgen son originales y únicas, que las generamos nosotros a partir de la información de que nos dotamos. Sin embargo creo que es muy difícil que nuestras opiniones se despeguen del magma cultural en que estamos inmersos. Hay innumerables transmisores culturales que no detectamos y que terminan por conformar nuestros pensamientos, opiniones y finalmente nuestro comportamiento:

La bofetada que le da a Glenn Ford a una bella, bellísima Rita Hayworth en Gilda, debe pertenecer cinematográficamente a la escuela de Eisenstein y su concepto de cine-puño (en este caso, casi literalmente) porque una vez olvidado el argumento de la película en todas las mentes permanece grabada esa imagen que nos dice que él, el agresor, es un hombre serio y formal y que ella es una casquivana así que, qué importa por qué le ha pegado, seguro que se lo merecía. Al mismo tiempo confiere a la violencia contra la mujer una enorme carga de glamour, de acto conveniente y très comme il faut. Pero la violencia fuera del cine no es bella, no es glamourosa, no es brillante, contiene gritos, sudor, mocos, lágrimas, sangre; es fea, es retorcida, aunque eso ya da igual porque ese acto despreciable ha quedado legitimado por la vía de la estilización artística. El hombre que golpee a una mujer podrá verse a sí mismo como Glenn Ford, aunque sea Torrente.

En el siguiente ejemplo, el tardofranquismo nos recordaba en una inocente canción infantil cuál era nuestro sitio en la sociedad:
Lunes antes de almorzar
Una niña fue a jugar
Pero no pudo jugar
porque tenía que planchar
Y así sucesivamente día a día, tarea a tarea, hasta llegar al domingo, día del Señor, en que la niña tampoco pudo jugar porque tenía que rezar. Hasta Dios descansó el séptimo día, pero las niñas no descansaban; no podían, las estaban observando:
Así planchaba, así, así
Así planchaba que yo la vi.
Explotación infantil, discriminación de género y adoctrinamiento religioso en una sola pieza. Le añades una musiquilla pegadiza y el mensaje envenenado va directo al hipotálamo.

De la misma época es una canción de Trigo Limpio que merecía pasar a la historia como himno sadomaso. La frágil solista del grupo cantaba:
Rómpeme, mátame
Pero no me ignores  vida mía.
Prefiero que tú me mates
Que morirme cada día
La construcción del amor romántico, una convención como cualquier otra, deja a la mujer a merced de la violencia patriarcal. Éste es sólo un ejemplo pero en general este discurso dota al amor romántico de categoría absoluta mientras que la vida, en el caso de la mujer, sólo tiene categoría relativa. Si integramos dicho discurso ya estamos listas para morir a manos de nuestros hombres, como en esta canción.

De ahí venimos y así nos va. Por suerte cada vez tenemos el ojo y el oído más entrenado para detectar estos troyanos y evitar que nos colonicen.


Aunque lo que cuento aquí no explica por sí solo por qué mueren las mujeres a manos de sus compañeros creo que es una pieza nada desdeñable de este puzzle siniestro.

jueves, 15 de octubre de 2015

UN CUENTO PERVERSO

UN CUENTO PERVERSO

            En Facebook, en la tele, en conversaciones por la calle, escucho últimamente en boca de quienes, sin saber quién es Hobbes, creen y practican que el hombre es un lobo para el hombre, escucho digo, fragmentos de un cuento perverso que comienza así: primero los de aquí. Y sigue: los refugiados reciben más ayuda que los necesitados locales, afirmación que se hace con la desfachatez de mostrar en cifras evidentemente inventadas (normal, es un cuento...)  el importe de la ayuda a un refugiado y/o inmigrante frente a la miseria que perciben los  excluidos sociales nuestros, los de aquí. Y esto lo dice gente a la que  los excluidos sociales le importan un pito de feria, pero que se agarra a cualquier argumento para alimentar su xenofobia. Se dice que entre ellos vienen terroristas y asesinos, de lo cual estoy convencida, seguro que entre los refugiados hay maltratadores, abusadores de niños, criminales de todo tipo porque cuando toca huir de una guerra no huyen sólo los puros de corazón. Pero también hay criminales entre nosotros. Acaso no es propio de asesinos en serie permitir que mueran familias enteras en el mar o asfixiados en camiones, acaso no es homicida el fomentar la insolidaridad, la inhumanidad.
            También se dice que los inmigrantes van a copar los servicios públicos. Aunque, de nuevo, en un alarde de incoherencia, esto suele venir de parte de gente que ha participado del discurso de las bondades de la privatización de lo público. O en el mejor de los casos de personas que no han movido un dedo ni para quejarse de esa privatización. Pero eso sí, que no se le dé cobertura sanitaria al inmigrante, que se nos gasta.
            He leído incluso de un supuesto escritor serio cuyo nombre no quiero ni mencionar que, como somos todos tontos menos él, no nos hemos dado cuenta de que esto es un cambio de ciclo, que ha caído el imperio y penetran los bárbaros ante lo cual sólo debemos mirar por la ventana y esperar.

            Todo lo anterior alimenta un cuento perverso que va penetrando en la gente, sembrando dudas entre quienes pudieran sentir compasión hasta conseguir que la ciudadanía cierre los ojos y los oídos, que es lo mismo que cerrar el corazón, frente a esta tragedia y que se termine integrando el mantra de primero los de aquí, que nosotros somos antes y que el extranjero da miedo. Esa y no otra es la semilla del fascismo y esto sí que debería asustarnos.