UN INDIO MOHICANO EN EL BAILE DE LA ROSA
En el Congreso ayer, un
imputado por corrupción, Gómez de la Serna, al que no quieren ni en su partido,
y mira que les tienen apego en el PP a sus corruptos. En el Congreso ayer
también, un bebé. ¿De qué llevamos 24 horas hablando a favor y en contra? Del
corrupto no. Y deberíamos pararnos a reflexionar sobre esta incoherencia, pero
de lo único que hablamos es del bebé. Un corrupto en la escena política es lo
corriente, estamos insensibilizados por saturación. Un bebé es menos normal, se
ha visto en menos ocasiones, aunque se ha visto. El motivo de tanto escándalo
por el bebé no es el hecho de que su madre lo haya llevado al Congreso, es que
su madre lo ha llevado con ánimo reivindicativo y esto, ay, no se puede
tolerar. Si lo llevas para enseñarlo a los compañeros, mira qué mono, qué
ricura, no pasa nada. Si el objetivo es visibilizar la dificultad de la
conciliación familiar y el hostigamiento a la lactancia en lugares públicos,
ahí tenemos un problema. Si a esto añadimos que la madre de la criatura es de
un partido que ha llenado el Congreso de gente en vaqueros y rastas, esto ya se
lleva a las portadas de los periódicos. Observaréis que al corrupto le hemos
dejado tan calentito en el párrafo uno y no hemos vuelto sobre él y es porque
todas estas alharacas sobre gente en el Congreso como la que te encontrarías
paseando una tarde por el Retiro chirría a los que tienen una visión fosilizada
del presente. Por lo visto, personas con camisas marca La Pava y aspecto en
general poco atildado, no son de fiar. Los que sí son de fiar son los que
visten bien y se gastan sus buenos dineros en ropa: Bárcenas, la elegancia
hecha hombre, Camps que iba siempre hecho una pinzoleta porque se vestía en
Gürtel, Rato, Díaz Ferrán, los banqueros de las preferentes y todos aquellos
que con sus aires de grandes señores se han llevado de calle la confianza del
vulgo. La confianza y los ahorros, es verdad. Pero qué buenas pintas. De esa
gente, de ésa, sí que te puedes fiar y no de todos estos zarrapastrosos que
pegan menos en el Congreso que un indio mohicano en el Baile de la Rosa.