GAZA A TODAS HORAS
Primera semana de septiembre, nos incorporamos a la rutina. Volvemos
a los artículos y esta semana habíamos pensado escribir sobre las tradwives
que nos gobiernan, ya saben ustedes, esas esposas tradicionales que han
decidido volver al modelo familiar y de relación de pareja propio del siglo
XIX, que sería su opción (y allá ellas) si no pretendieran llevarnos a todas de
vuelta al redil de la cocina, la obediencia al marido y los roles
tradicionales, que por algo son trads. En esta época de dominio de la
ultraderecha, una opción política que privilegia al macho, que preconiza el
retorno del hombre-hombre, tiene un número nada desdeñable de mujeres que
militan en sus filas y que, o bien nos gobiernan o aspiran a hacerlo: Giorgia
Meloni, Karina Milei, Isabel Díaz Ayuso, Marine le Pen, Alice Weidel. La lista
es larga.
Habíamos pensado escribir un artículo, decíamos,
reflexionando sobre la paradoja de estas mujeres que defienden una opción
política que recorta sus derechos y libertades, y probablemente lo hagamos en
las próximas semanas, porque el tema nos parece interesante. Pero ahora, en
este momento, no podemos pensar en otra cosa que no sea Gaza.
Gaza porque es una emergencia humanitaria, Gaza porque los
gazatíes están siendo masivamente asesinados, masacrados por las bombas
europeas y estadounidenses; Gaza porque están muriendo de hambre merced al
bloqueo israelí de entrada de ayuda humanitaria; Gaza porque es urgente actuar:
hombres, mujeres, niños y niñas están siendo exterminados, eliminados de la faz
de la Tierra ante nuestros ojos y ante la inacción de nuestros gobiernos. Gaza
porque debería quitarnos el sueño para siempre.
Están siendo exterminados frente a nuestros ojos a pesar de
que Israel no para de matar periodistas, más de doscientos han sido asesinados
ya. Si no se cuenta el genocidio que están llevando a cabo no habrá existido, o
eso parecen pensar. Pero la magnitud de la masacre es tal que no podrán ocultar
tanta crueldad a pesar de su empeño.
Israel asesina porque puede hacerlo, mata impunemente porque
no hay prácticamente nadie en la esfera internacional que pare el puño que
golpea, porque la bala que asesina y la bomba que destroza se está fabricando
también en nuestro continente, en nuestro país y en nuestra región y todo lo
que hacemos quienes nos oponemos a este genocidio televisado es clamar en un
desierto tan vasto que el eco nos devuelve nuestros propios gritos.
No solo eso, quienes protestan contra el genocidio están
siendo tildados de terroristas antisemitas y criminalizados. Así le ha ocurrido
al guionista Paul Laverty, que ha sido detenido durante unas horas por vestir
durante un acto de protesta una camiseta con la frase: “Genocide in
Palestine, time to take Action” (“Genocidio en Palestina, hora de Actuar”).
Esto se considera terrorismo por parte del gobierno laborista de Keir Starmer. Desde
principio del verano cientos de personas han sido detenidas en Inglaterra por
manifestarse a favor de Gaza. Lo decente sería callarse y mirar para otro lado
mientras se aplasta a la población civil. Circulen, que aquí no está pasando
nada.
Pero no podemos callar sin ser cómplices de lo que está ocurriendo.
Qué ha sido de esta Europa nuestra con tal complejo de superioridad moral que
miraba por encima del hombro a la Europa del Holocausto porque no entendía
tanto silencio ante la masacre. Al menos ellos tenían la débil coartada de la
ignorancia, quién en nuestra sociedad podrá decir mañana que no sabía lo que
está sucediendo hoy.
No podemos callar. Entre otras iniciativas destinadas a
romper el silencio vergonzoso y la inacción encubridora está la flotilla Global
Sumud que ha salido del puerto de Barcelona y navega desde ayer hacia Gaza con
cuatrocientas personas voluntarias a bordo de unos veinte barcos. Quieren parar
el bloqueo de entrada de ayuda humanitaria, ojalá lo consigan. Al menos ya han
roto el bloqueo de la inacción y del silencio, portadores como son de esperanza
y dignidad, tan necesarias estos días. Llevan nuestra voz, aunque no estemos a
bordo.