lunes, 19 de julio de 2021

ULTRADERECHA Y VIOLENCIA

 ULTRADERECHA Y VIOLENCIA

La llegada de la ultraderecha a las instituciones y el aumento de la violencia en forma de asesinatos (asesinato racista en Murcia, asesinato homófobo en A Coruña) no son hechos aislados e independientes, bien al contrario, existe una clara correlación entre ambos.

Iván Espinosa de los Monteros  dijo que: “En España hemos pasado de dar palizas a homosexuales a que ahora impongan su ley”. De esta frase se deduce que dar palizas es mejor, infinitamente mejor. Y eso han hecho en A Coruña: matar a un chico de una paliza al grito de “maricón”.


En Murcia, un ex militar ha matado de varios disparos a quemarropa a un joven marroquí, Younes Bilal, porque sí, porque era un moro. Sin ninguna otra justificación más que la que se desprende del discurso que Vox se ha dedicado a difundir y en el que culpa a los inmigrantes de todos los males de nuestra sociedad. Hace pocos días, en Cabezo de Torres han aparecido pintadas contra el Islam acompañadas de una cabeza de cerdo atravesada por un cuchillo en la mezquita. 


¿Reflexionan? No, ellos no.  Hace poco Vox ha pedido  a sus seguidores que hostiguen al editor de El Jueves, la revista satírica, a su salida de la redacción. Están pidiendo a sus correligionarios que amenacen a quienes les critican. La violencia no surge por generación espontánea, está al final de todo ese discurso de odio. El asesinato es la culminación necesaria de ese nudo de maldad, miedo, perversión, incultura, crueldad, negación, insolidaridad, ignorancia,  de todo lo peor que existe en el alma humana. Como no les asiste la razón se tienen que hacer servir por la violencia.


Pero nada ocurre de la noche a la mañana. El blanqueamiento de la ultraderecha es muy alarmante. Según Isabel Diaz Ayuso si te llaman fascista es porque estás del lado bueno de la historia. Y casi da risa, pero  hay algo muy serio y muy preocupante en el fondo de todo esto que parece una boutade, una de esas tonterías que se le ocurren periódicamente a la cabeza de Ayuso, que funciona en automático todo el tiempo y que emite mensajes sin avisar a la parte racional, si es que existiera, que lo dudamos. Y no es la única: Pablo  Casado define la Guerra Civil como un "enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia", haciendo uso de una equidistancia imposible y ofensiva, negando la realidad histórica de un gobierno legítimo tumbado por un golpe de estado fascista de manual.  Y lo preocupante es de qué manera se cuela el mensaje de que el fascismo es algo con lo que transaccionar como si nada. ¿Por qué? ¿Cómo nos hacen admitir, siquiera sea de forma tácita, que una ideología que ha devastado Europa hace poco más de setenta años, puede entrar en el discurso? Un discurso al que las personas que creemos en la democracia nos oponemos, evidentemente,  pero que muchos otros defienden haciéndolo pasar por un relato “como cualquier otro”. Y eso es lo grave. Que no es “como cualquier otro”, es un relato que debería estar fuera del curso normal de lo discutible,  que debería estar proscrito como la defensa de la esclavitud o del canibalismo. Y debería estar proscrito por inconstitucional.

Hay algo en lo que estaremos todos de acuerdo. En nuestra constitución están recogidos los siguientes principios: todos somos iguales en derechos y obligaciones  y no se puede discriminar a nadie en razón de su raza, religión, sexo, procedencia, etc. El discurso fascista conculca todos estos principios. La homofobia, el racismo o el machismo no son opiniones, son la negación de los derechos de personas homosexuales, de personas extranjeras o de las mujeres. Y todo ello es inconstitucional.

Se auto invisten de patriotas a base de envolverse en la bandera. Ignoran que patriotismo es luchar por la unidad social (esa que amenazan a diario con su violencia) y no por la unidad étnica, de orientación sexual o de procedencia, pura falacia en un mundo globalizado como el nuestro, falacia que nos envía de vuelta a la Edad Media. 

No estoy exagerando. En este estudio (*) se recoge de qué modo la ultraderecha en España está más organizada y es más violenta que en otros países del entorno y muestra que en pocos países de Europa Occidental se da una situación tan grave como en el nuestro.  No podemos ni debemos ignorar las ya más que amenazas de la extrema derecha porque esto solo puede ir a más.

Las palabras de odio cargan las pistolas y los puños. La ultraderecha no puede ganar esta batalla cultural porque nos jugamos mucho, nos jugamos la convivencia en paz, nos jugamos la vida.


(*)https://www.sv.uio.no/c-rex/english/groups/rtv-dataset/rtv_trend_report_2020.pdf









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