domingo, 11 de febrero de 2024

NEOPOPULISMOS

NEOPOPULISMOS

¿Cómo unir en una misma frase tauromaquia, crisis climática y odio a Sánchez? Pues sencillo porque si eres Ayuso no necesitas que tu discurso tenga coherencia. Y si lo que buscas es polémica porque te da sobrados réditos políticos, pues ya tenemos combo ganador. ¿Queréis un poquito de gresca y que suba mi popularidad? Sujetadme el cubata y dadme un micrófono: "tras cerrar una plaza de toros, le ha seguido la sequía, el control político y el adoctrinamiento". Esto es lo que ha dicho Isabel Díaz Ayuso sobre Cataluña. No sabemos por qué ni tampoco importa, pero de pronto cierre de plaza de toros y sequía son elementos causa-efecto. Como sacar a la Virgen para que llueva, pero al revés. Y como el retruécano le parece acertado, sigue: "No conozco un lugar donde la prosperidad ni la libertad se hayan abierto camino tras cerrarse una plaza de toros”. Pero qué tendrán que ver los huevos para comer trigo, señora. Pues nada, obviamente, pero ya está la polémica servida que es a lo que veníamos. Y continúa con su discurso: “Madrid ama a los toros”. Sí, los ama, pero los mata. Según ella, la tauromaquia es perseguida por intrínsecamente española, no por ser un espectáculo sangriento y lamentable que nos avergüenza como sociedad.

Ella es una kamikaze de la política, pero claro, si con cada burrada que dice le crecen los seguidores, para qué dejarlo. Debe ser como una droga.

Son de otro mundo, pero gobiernan en este. Personajes como Isabel Díaz Ayuso, como Trump, como Milei, a los que espantados vemos gesticular y disparatar en pantalla, emitir cuñadeces non-stop cuando no bulos o directamente mentiras, haciendo en ocasiones un uso espurio de la política, sin el más mínimo respeto no ya por los adversarios, ni siquiera por sus conciudadanos o incluso sus votantes, y que, sin embargo, arrastran a cientos de miles, a millones de seguidores. 

Como sabréis, ya tenemos a Trump en el disparadero para ocupar otra vez la Casa Blanca, la misma Casa Blanca allanada de la forma más salvaje por sus seguidores, alentados en la distancia por él mismo. Y está de vuelta por méritos propios en parte y en parte por incomparecencia del contrario, porque Biden es como un muñeco grande al que se le está gastando la pila: da hasta penita. Con un contrincante así, Trump puede ganar sin bajarse del autobús. Y si solo fuera eso… con cada imputación por sus desmanes crece en popularidad.

Milei y su motosierra desembarcaron en la Casa Rosada recientemente. Una sociedad que elige a un candidato que promete despedazar el sistema y lo ilustra arrancando con furia una motosierra (y no una metafórica, no: una de verdad) es una sociedad que se autolesiona. La motosierra ha incendiado las calles…ahora. Argentinos y argentinas de mi corazón, las manifestaciones están bien, pero esto había que haberlo parado en las urnas. Ahora toca echarse a la trinchera. Pueden ser cuatro años de barro y pan duro. Y después, ya veremos.

Llegados a este punto siempre recuerdo la frase de Facundo Cabral: “me dan miedo los idiotas porque son muchos y pueden elegir un presidente”. O una presidenta. 

Pero no es solo eso, las explicaciones suelen ser una combinación de causas. Cada crisis genera una mutación. Estos fenómenos pura y estrictamente populistas e involucionistas que nos ofrece la política actual no son nuevos (no hay más que recordar nefandas figuras del primer cuarto del siglo XX), aunque se hayan multiplicado en la última década, aunque nos lleguen en forma de pastillas pseudo informativas a través de redes, aunque vengan envueltos en todos los oropeles de la actualidad, son más antiguos que el hilo negro, igual que sus propuestas: tradición y mano dura, mercado y represión, pan y circo.  Son producto de la época que nos han tocado vivir, tan incierta, tan barroca, tan cargada de amenazas: peak oil, cambio climático, pandemias, crisis, guerras, calentamiento global, agotamiento de recursos. Son tiempos extremos y los seres humanos se entregan a propuestas extremas. Porque la frase de Facundo Cabral es graciosa, pero aquí no hay idiotas, aquí lo que hay es una mezcla de ignorancia infoxicada, descreimiento de la democracia y en muchos casos desesperación para las que los partidos y los políticos al uso no han sabido ofrecer respuestas. Y esa es la verdadera tragedia.

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/02/10/neopopulismos-97976462.html


viernes, 9 de febrero de 2024

EUROWASHING

EUROWASHING

En 2.022, tras la invasión de Ucrania, Rusia fue automáticamente vetada de Eurovisión. Bien hecho por parte de los organizadores. No solo eso, ese año Ucrania ganó Eurovisión con la canción “Estefanía”, aunque había mejores propuestas. Bien hecho por parte de la ciudadanía europea, bien por mostrar solidaridad con el país atacado, bien por dedicarles esa forma de ternura.

Sin embargo, el ataque de Israel ha provocado en Gaza ya casi treinta mil muertos, en su inmensa mayoría civiles, una gran parte niños y niñas. Los objetivos de Israel suelen ser campos de refugiados, escuelas, hospitales, pasando por encima de cualquier convención internacional y con un total desprecio por la vida humana. Pero Israel no ha sido vetado en Eurovisión. Bien al contrario: se le va a brindar al país agresor un bonito eurowashing. Pero no hay canciones suficientes para blanquear tanta crueldad.

La comparación con Ucrania es un agravio que demuestra una indiferencia aterradora hacia Gaza.

Por eso me da igual la canción española que va este año al festival, polémica incluida: no pienso verlo. Me parece una absoluta vergüenza europea.


DEMASIADOS HOMBRES ENFADADOS

DEMASIADOS HOMBRES ENFADADOS

El lunes 15 de enero se publicó una encuesta sobre la percepción de la igualdad en la población realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Esta encuesta señala que hay un 44% de hombres que creen que hemos ido demasiado lejos con eso de la igualdad, que dónde vamos a ir a parar, que ahora los discriminados son ellos. A pesar de las cifras, de las evidencias, de la carga femenina en los cuidados, de la dificultad de las mujeres para conciliar vida profesional y familiar, de los techos de cristal, de las brechas salariales, de los feminicidios, de las agresiones sexuales, a pesar de todo ello, hay demasiados hombres que creen que los discriminados por el avance de la igualdad, impulsado por el feminismo, ahora son ellos. Creen que se ha generado un desequilibrio a favor de las mujeres, aún peor, en contra de los hombres. Les da vértigo el avance y es normal viniendo de donde veníamos. Partimos de una desproporción enorme donde una mujer ni siquiera podía abrir una cuenta sin permiso del marido, por ejemplo. El feminismo ve el camino por recorrer y opina que los avances son aún insuficientes, el machismo ve el camino recorrido y opina que los avances son excesivos.

Pero ese porcentaje no es neutro (nada lo es) ya que tiene un pronunciado sesgo político: los hombres que sostienen que están siendo perjudicados por las políticas de igualdad son en un 86% votantes de Vox el 23J y en un 66% votantes del PP. Esas cifras caen entre los votantes del Psoe (22%) y de Sumar (9,5%). La derecha y la ultraderecha generan un discurso antifeminista, fake news incluidas, que hace que las cifras de cabreo mayúsculo expresadas por la encuesta estén de sobra justificadas. 

El patriarcado es un sistema que favorece a los hombres y oprime a las mujeres, como bien sabemos. En este sistema las mujeres no ostentan el poder, pero sí que pueden tener la potestad de ser sus guardianas. Como vimos en nuestro artículo de enero, “Navidad y tradwives”, a veces no son solo las guardianas de ese poder: algunas mujeres pueden devenir también en sus instigadoras y en las defensoras de su pervivencia. No hay más que oír a Ayuso opinando sobre esta encuesta: “Su forma de ver la vida propia de malcriadas que aspiran a llegar solas y borrachas...”. 

Con esto queremos decir que el machismo no es privativo de los hombres, que es un sistema ampliamente transversal y asumido por hombres y mujeres y que, del mismo modo que ser blanco no te convierte en racista, ser hombre no te convierte en machista. Lo que te convierte en machista es la asunción y el disfrute de todo un sistema de privilegios establecidos por el patriarcado para los hombres, lo que te convierte en machista es hacer campaña para que ese sistema permanezca ad eternum porque es bueno para ti. También aquellos que simplemente se dejan mimar por este sistema porque, como dice la canción de Sandro Giacobbe “la vida es así, no la he inventado yo” deberían hacérselo mirar un poquito.

Pero lo que nos parece más preocupante en esta encuesta es la franja de edad que expresa este sentimiento en un mayor porcentaje: 16-24 años. Quizás les hemos dejado cargar con la sensación de que nacer hombre equivale a ser un opresor, cuando no es así. No podemos ignorar ni minusvalorar ese dato porque ese sentimiento es real y el sentimiento en política se expresa en votos.

Creemos que hay entre los jóvenes un cúmulo de ansiedad y confusión: la masculinidad tradicional está en crisis. Ya no saben cómo ser hombres y los discursos que les llegan desde la derecha y ultraderecha les dejan una vía fácil y expeditiva: el retorno a una identidad masculina rígida, una vuelta al rancio patriarcado donde todo es fácil y cómodo para ellos. 

En esta encuesta el 81,2% de las mujeres y el 74,2% de los hombres asegura que la igualdad no se logrará “a menos que los hombres también luchen por los derechos de las mujeres”, algo que nos parece sumamente revelador. La igualdad es una lucha de hombres y mujeres, no de mujeres contras hombres.

Quizás debemos aceptar que el feminismo no ha generado aún un discurso dirigido a los chicos para decirles que ser hombre no es lo mismo que ser machista. Y es necesario porque necesitamos aliados del feminismo, aliados que comprendan que el feminismo no favorece a las mujeres y perjudica a los hombres, que el feminismo nos hace iguales a todos y hace mejor y más humana la sociedad en la que vivimos.


https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/02/01/hombres-enfadados-97587768.html



NAVIDAD Y TRADWIVES

NAVIDAD Y TRADWIVES


    Ahora que se ha acabado la Navidad tenemos reciente la constatación de que toda esa logística de la celebración, con su pesada carga de limpieza, decoración, cocinado, servicios de mesa interminables, atención a invitados, compra de regalos, etc, etc, etc, recae mayoritariamente sobre los hombros de las mujeres y sobre todo de las madres. Cargan con el trabajo y/o con el sentimiento de culpa asociado a esta tarea en caso de que no consigan o no quieran sostener ellas solas este edificio descomunal. Solamente el volumen de trabajo y estrés que genera una Navidad merecería una revolución feminista. 


  Sin embargo, hay un colectivo de mujeres que ha decidido que su vida toda sea una Navidad de 365 días al año. Son las tradwives. Observamos una foto reciente de una revista que parece una recreación de una imagen de los años cincuenta: una señora joven con peinado de peluquería, delantal con volantes en las hombreras y zapatos de tacón sirve un cóctel en una bandeja a un señor, muy joven también, que mira su IPhone sentado en una cómoda butaca en un salón profusamente decorado con flores, alfombras, cuadros. Es una escena doméstica real. Ella no tendrá ni treinta años. Es una tradwife contracción de traditional wife (en plural wives) término inglés que significa esposa tradicional.

Una mujer que ha decidido dedicar su vida al cuidado de su marido y de sus hijos al más puro estilo decimonónico, como si hubiera extraído las pautas de comportamiento del manual de la perfecta casada de la Sección Femenina de Falange.


  Así es como algunas mujeres huyen de la inquietud que genera un mundo cambiante y en permanente zozobra, del estrés que supone la autonomía, refugiándose en la tradición más involucionista, renunciando a derechos, rechazando la igualdad entre hombres y mujeres, encerrándose en vida y entregándose a una ficción de matrimonio perfecto como si fueran las protagonistas de una película de Doris Day. Han estudiado, tienen conexión a Internet, redes sociales, Iphone, tablet, son jóvenes, guapas, sanas, con buena posición económica, y han decidido que su vida se parezca a la de sus abuelas y bisabuelas. 


  Su único objetivo en la vida es pescar un buen marido, darle muchos hijos y permanecer hasta la muerte al servicio de los suyos. No hace falta decirlo, pero evidentemente el marido es el cabeza de familia y quien toma las decisiones de la vida en común. Son encantadoras y abnegadas y todas tienen cuenta en Facebook, Instagram, Tiktok, desde donde nos muestran sus casas perfectas, sus peinados perfectos y nos dan consejos de cómo hacer un buen pastel para hacer feliz a nuestro marido y de cómo mantenernos en el peso ideal para que él no mire a otras. Si esto ocurriera sería todo culpa nuestra por no ser lo suficientemente bellas y sumisas. Pretenden ser solo unas adorables cabecitas huecas que se limitan a ocuparse de sus casas, pero nada más lejos de la realidad porque este modelo contiene una profunda carga política: son convencidamente machistas, por supuesto son clasistas y para que no falte de nada a este maravilloso cóctel son también supremacistas. Desprecian a las mujeres que no tienen marido y a aquellas que no pueden o no quieren tener hijos. Se forman en libros tales como The Proper Care and Feeding of Husbands (El cuidado y la alimentación adecuados para esposos, Harper Perennial, 2006), de Laura Schelessinger.


  Son la pareja perfecta del nuevo rey de la casa, ese hombre que se resiste a perder los privilegios que le proporciona el patriarcado y que el feminismo ha venido a cuestionar. En estos tiempos de incertidumbre ella y él se aferran a modelos ya superados pero que les proporcionan seguridad y refugio. Ellas cultivan un apego ansioso a marido e hijos digno de estudio psiquiátrico. Se corresponden bien con el modelo de mujer que aparece en el relato de Gabriel García Márquez: “Las esposas felices se suicidan a las seis”.


  Como dijimos antes, su vida es una Navidad permanente, ese periodo de felicidad impostada y obligatoria; una Navidad con armas, claro, porque ellas son la escuadra femenina de Trump. Es un modelo que se extiende como la pólvora por EEUU y que también ha llegado a nuestro país auspiciado por el auge de los partidos de ultraderecha. Las podemos encontrar en redes bajo hashtags como #tradwife, #esposasumisa o #mujersumisa.


  Han rechazado la igualdad de género y han renunciado a numerosos derechos conseguidos gracias a la lucha feminista. Allá ellas, si no fuera porque pretenden que todas renunciemos. Porque según estas mujeres, feroces activistas contra el feminismo que conciben como el mayor de los males sobre la Tierra, todas deberíamos volver a recluirnos en el hogar de donde nunca tendríamos que haber salido.

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/01/11/navidad-tradwives-96750133.html



AHORA VAS Y LLORAS

AHORA VAS Y LLORAS

Cuando Mussolini puso en marcha el fascismo en Italia no estaba seguro de haber creado un partido o un ejército. Resultó ser las dos cosas, como leemos en el libro “M, el hijo del siglo”, de Antonio Scuratti. La violencia está en el ADN de la ideología de ultraderecha, en su génesis, en su razón de ser. Lo vemos en todas sus actitudes, en sus manifestaciones, en sus proclamas, en su puesta en escena, en su pasión por la estética militar.

Violencia verbal es lo que hay en las declaraciones de Abascal en Argentina, durante la toma de posesión de Milei, ese presidente con motosierra: “el pueblo querrá colgar por los pies a Pedro Sánchez” (y no sabemos si expresa una predicción o un deseo). Como ocurrió con Mussolini, al que paradójicamente, admiran. No nos molestemos en buscar coherencia en estas cabezas.

Violencia física es lo que hemos visto en la actuación de Ortega Smith en la Asamblea de Madrid frente al concejal de Más Madrid, Eduardo Rubiño. Una actitud de matonismo de patio de colegio: “ahora vas y lloras” dice después de arrojarle intimidatoriamente los papeles y la botella de agua. ¿Se ha disculpado? No, qué va, ha dicho que la botella estaba vacía, debe considerarlo un eximente. Por lo visto solo es reprobable si la botella está llena. Como dije antes, consideran que la coherencia está sobrevalorada.

Mussolini llegó al poder con relativamente pocos hombres, la marcha sobre Roma se hizo con varios miles de camisas negras, frente a un ejército italiano, una monarquía y un parlamento que no quisieron hacerles frente. Pensaban que una dosis de violencia vendría bien para contener al izquierdismo y que luego podrían controlar a ese perro de presa. No es necesario que recuerde cómo acabo aquella aventura. Lo que quiero decir con esto es que cuando se pone en marcha la violencia es muy difícil pararla porque sigue su propia lógica, siempre aspira a alcanzar el poder y termina por hacerlo porque esa es su condición. Es imprescindible eliminar la violencia desde la raíz, porque se extiende como la mala hierba.

Lo que hemos visto en la Asamblea de Madrid nos deja perplejos por muchos motivos, pero sobre todo porque su presidente, Borja Fanjul, ha quitado importancia al hecho renunciando a llamar siquiera al orden al agresor. Ortega Smith hubiera debido ser expulsado de inmediato. Así es como la política se enfrenta a la violencia, dejándola fuera de las instituciones. Pero no, Borja Fanjul ha considerado anecdótica esta actitud. El alcalde de Madrid, sin embargo, ha pedido su dimisión con toda legitimidad. Fanjul y Almeida han expresado una vez más la doble alma de un PP que gobierna con Vox.

Recordemos que el socialista Daniel Viondi, que protagonizó un vergonzoso altercado recientemente también en esta Asamblea al palmear en la cara a José Luis Martínez-Almeida, fue obligado a dimitir de inmediato, en cuestión de horas. Fue el propio Rubiño el primero en pedir su dimisión, por cierto. A Viondi no le quedó más remedio que entregar su acta. Y así es como se hace. 

Pero con Vox hay siempre hay una tremenda tolerancia, incluso con este Vox echado al monte desde su batacazo electoral: al ver reducido su peso político, incrementa su radicalismo, para compensar. Recordemos también que Ortega Smith ha protagonizado varios momentos lamentables: amenazar a un okupa en plan matón, grabar e increpar a la policía en las manifestaciones frente a Ferraz, llamar gallinas ponedoras a los políticos del PP porque no son lo suficientemente machotes: los hombres como dios manda reaccionan como él, actuando su ira, transformándola en violencia. Porque, no lo olvidemos, violencia y machismo viajan en el mismo tren. 

El problema en Italia no fue el partido fascista, el problema fue que todas las demás fuerzas políticas e institucionales le dejaron actuar libremente, en lugar de pararle los pies cuando aún se podía. Por eso, el PP debería distanciarse de esta extrema derecha tóxica y antediluviana que lo ha hecho rehén y a la que tiende a emular en sus postulados, creyendo que le podrá adelantar por la derecha. Ahí tenemos a Ayuso, haciendo campaña alegremente del “me gusta la fruta”, metáfora de un grave insulto dirigido al presidente del gobierno. No se les puede adelantar por la derecha, antes fagocitarán al PP, haciéndole abjurar de sus ideas (lo hemos visto en Macron, entregado a Le Pen en materia migratoria) como hicieron con María Guardiola en Extremadura. Sería terrible para el PP y una tragedia para toda la sociedad.

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/12/27/ahora-vas-lloras-96274632.html


MUÑECAS HINCHABLES Y LA MANOSFERA

MUÑECAS HINCHABLES Y LA MANOSFERA

En las pasadas semanas hemos asistido con estupor a las agresivas manifestaciones de la ultraderecha contra la amnistía y contra la investidura de Pedro Sánchez, aunque sabemos que en realidad esas manifestaciones eran más bien contra la impotencia generada por no haber alcanzado el poder. Con estupor decimos porque realmente nos ha sorprendido tanto odio y tanta zafiedad. Hemos escuchado gritos de “Begoña tiene cipote” en alusión al bulo difundido en la manosfera de que la esposa de Pedro Sánchez es una mujer trans. Hemos escuchado “Hijo de puta, lárgate con Begoño”, en la misma línea de exabrupto anterior. Les hemos oído llamar “maricón” a todo hombre que no vociferaba junto a ellos: maricón el político, maricón el policía, maricón el periodista.

Sus insultos definen cómo son o cómo quieren ser ellos basándose en lo que no quieren ser y en consecuencia cómo debe ser un hombre de verdad, todo lo que queda por fuera de estas definiciones es despreciado y susceptible de ser objeto de su violencia, ya sea verbal o física. Si insultan a otro hombre llamándole “maricón” es porque están orgullosos de no ser mujeres y sobre todo orgullosos de no ser un hombre que asume actitudes asimilables a las de una mujer, ese sujeto inferior.

Si gritan “moros no” (que qué tendrán que ver con la amnistía, el motivo que les llevó a las calles) o gritan “España cristiana y no musulmana” es porque para ellos solo es válida una nacionalidad, la española, ligada a una religión, la católica y a una raza, la blanca.

No les importa la constitución ni lo más mínimo, de hecho, portaban banderas preconstitucionales y abominan contra derechos tan constitucionales como el de la igualdad. Lo único que les interesa es reclamar un modelo de país ligado rígidamente a unas identidades atávicas y por tanto inamovibles. En esa España que ellos reclaman, en esta ocasión con la excusa de la amnistía, sobran (además de las nacionalidades periféricas) los maricones, las lesbianas, los moros, los negros y en la que las mujeres deben volver a ser lo que dicta el patriarcado: el ángel en el hogar y la fulana en el puticlub. Por tanto, las ministras de un gobierno de izquierdas, puesto que no son el ángel del hogar, ya que detentan un cargo público, solo pueden ser la fulana en el puticlub y así las han representado: como muñecas hinchables con una pancarta que rezaba: “estas son las ministras del gobierno”. Han utilizado la muñeca hinchable como trasunto de la mujer prostituida, para ellos, habituales del burdel, mero objeto de diversión. Y en este caso además objeto de mofa.

La violencia simbólica contenida en esa performance es enorme y habla de forma elocuente de la visión que tienen de las mujeres.  Una visión expresada en toda su amplitud en la manosfera, refugio virtual para los individuos que se sienten amenazados por el avance de la igualdad entre hombres y mujeres. 

En este artículo de hace un año (https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2022/12/29/manosfera-80471066.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=btn-share )  ya explicábamos en qué consistía este fenómeno: “Parte de esa reacción [contra el avance de la igualdad de los últimos tiempos], cuyas claves son negación y frustración, se ha refugiado en las redes constituyendo lo que se ha venido a llamar la manosfera (de man, hombre en inglés), generando un contenido abiertamente machista e incluso, en determinados grupos, violento, banalizando la agresión sexual (comparten memes y bromas del tipo: no lo llames violación, llámale sexo sorpresa, no es violación si ella está dormida, etc) y presentando a los hombres como víctimas de unas mujeres malvadas y manipuladoras cuya única obsesión es emascularlos”.

En la manosfera (y ahora también en estas manifestaciones) crean comunidad, se lamentan de los privilegios que han perdido y hacen trinchera en torno a una masculinidad en peligro de extinción que necesita ser reafirmada de forma continua. Por eso, cuanto más grosero el trazo del insulto más confortados se sienten: la performance de las muñecas hinchables, por tanto, les define a la perfección. Asusta imaginarlos al frente de un gobierno.



https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/12/07/munecas-hinchables-manosfera-95539838.html


¡MUERA LA INTELIGENCIA!

¡MUERA LA INTELIGENCIA!

Cuando Millán Astray dijo en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca frente a Unamuno aquello de “¡muera la inteligencia!” no estaba utilizando una metáfora, no estaba de broma y no exageraba. Hay una muerte total de la inteligencia en actitudes como las que estamos viendo estos días en las manifestaciones ultras contra la investidura de Pedro Sánchez: está la señora enfurecida gritando en mitad de la plaza como si le fuera la vida en ello; está el que le grita a Pedro Sánchez haciendo altavoz con sus manos que salga y se entregue, que está rodeado; está el que va disfrazado de los tercios de Flandes; está la que hace un baile con banderas que hace dudar seriamente de su salud mental; están los que rezan el rosario y se embroncan entre ellos porque hay un grupo que no guarda el preceptivo silencio; están los que llevan muñecas hinchables a Ferraz al grito de ”estas son las ministras del gobierno”; está el que ha lanzado un huevo a la cabeza de un diputado socialista; está la madre que agarra del brazo al hijo adolescente diciendo que se le alecciona en el instituto y que para aleccionar ya está ella; está el señor mayor asistido por el Samur y que grita detrás de la mascarilla de oxígeno: “España ha despertado, hijos de puta”; está el que se queja de que le han reprimido por putodefender España; La lista es interminable. Y por supuesto la profusión de insultos a inmigrantes y a personas LGTBI que qué tendrán que ver con la amnistía, pero ya que estamos, que no se quede nadie sin su ración de odio.

En todas las protestas hay exageración y espectáculo, en todas las protestas hay individuos que solo se representan a sí mismos, es cierto. Sabemos que no todo el que se manifiesta es como en los ejemplos anteriores, somos conscientes de que siempre hay elementos descontrolados, pero de verdad, es que hay tanto friki y tanto ultrafacha en estas manis que una tiende a pensar que le están echando algo al agua o que es contagioso.

Y no es que sea contagioso, es que quienes les representan están en una senda de hipérbole y paroxismo que amenaza el flujo normal de los acontecimientos democráticos. Los estamos viendo hiperventilar y echar espuma por la boca, los estamos viendo que se les abre la navaja en el bolsillo, a punto de convertir las cañas en lanzas. 

Vox pidió al Tribunal Supremo la suspensión de la investidura y acusó al gobierno de colaboración con el terrorismo entre otras cosas (sí, sí, yo también estoy flipando). En la sesión de investidura vimos a Abascal repetir “golpe de estado” como si de tanto decirlo fuera a materializarse. Como colofón, antes de marcharse para no escuchar la réplica, comparó a Sánchez con Hitler. Con tanto neonazi en sus filas, ¿eso es que le gusta o que no?

En el PP pedía mesura ante los excesos mientras Ayuso decía que nos habían colado una dictadura por la puerta de atrás (y dale otra vez con lo mismo) y calificó de “hijo de puta” al presidente en funciones durante la sesión de investidura sin que pasara nada. Una dictadura en la que se insulta y amenaza al líder a diario: menuda mierda de dictadura.

PP y Vox no han parado de decir que el gobierno de Pedro Sánchez es ilegítimo, ilegal, traidor, fraudulento. Imposible que no nos recuerde la acusación de Trump de fraude en las elecciones de 2021 en su país. Y ya vimos cómo acabo aquello.

El vicesecretario de Organización del PP, Miguel Tellado, aseguró el pasado lunes que el jefe del Ejecutivo en funciones debería "irse de este país en un maletero". Peligroso frikismo.

Como decía, da la sensación de que todos esos frikis que hay por las calles están bien representados en política. Porque cuando tú, representante político, sacas a tanta gente a la calle, debes tener un plan para hacerlos volver a casa. De lo contrario, la única alternativa es el caos. Y aquí parece que para ellos no hay hoja de ruta, sino que el objetivo, ya que no puede haber un gobierno de derechas, es el caos. 

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/11/19/investidura-pedro-sanchez-94804342.html



MARIPOSAS EN EL JARDÍN

MARIPOSAS EN EL JARDÍN

Una reflexión sobre el perdón


Después de leer por segunda vez el libro de Gloria García Carreras “Mariposas en el jardín” (Ed. Raspabook), encuentro que hay en él una cuestión central que  está presente ya desde el primer párrafo, en el que la protagonista, Julia, dice: no conozco a esta mujer, no siento compasión por ella. Esa cuestión es la dificultad de la protagonista para perdonar, una dificultad que se vuelve contra ella, que es una persona herida, fracturada. Pero como dice el escritor francés de aforismos Yvan Audouard,  “bienaventurados los fracturados porque ellos dejan pasar la luz”. En efecto, sin esas fracturas la protagonista no sería la persona compleja y poliédrica que es.

Esta novela habla del perdón y de la visión retrospectiva sobre nuestra propia vida. Reflexiona sobre el hecho de que, si no se cierran ciertas puertas, no se puede seguir caminando o al menos no se puede seguir caminando sin dolor. La historia contiene un secreto. Hay una frase al final del primer capítulo que tira de la historia, la resume y nos hace seguir la trama sin aliento. Eve, uno de los personajes, le pregunta a Julia: ¿tan grave fue lo que te hizo que no puedes perdonar a una mujer que se está muriendo? Vemos, a lo largo del libro, que el perdón es un ejercicio complicado pero sobre todo es un ejercicio involuntario. Aunque podamos hacer que de él participe nuestro intelecto, nuestra voluntad no puede participar porque perdonar, como amar, no recibe órdenes. Odiar obliga a vivir con un peso que no hemos decidido cargar; perdonar equivaldría a soltar ese peso, pero del mismo modo que no hemos decidido cargar con él, tampoco es posible decidir liberarnos de él. Este es el tema central del libro.

“Mariposas en el jardín” contiene también mucho de ese silencio culpable de la víctima de cualquier tipo de violencia, seguramente el más solitario y doloroso que existe y que es al propio tiempo una forma más de violencia, quizás la más perversa. Uno de los mecanismos de cierto tipo de agresión es hacerse invisible mediante el silencio de la víctima. El silencio es entonces una imposición, una vuelta de tuerca, una violencia de larga duración del agresor hacia su víctima: ahora te quedas encerrada en tu silencio con tu herida, ni se te ocurra hablar, nadie te creerá. 

En esta novela, la ofensa tiene lugar, como en tantas ocasiones, en una situación de desigualdad. El poder de la madre sobre la hija la lleva a cometer iniquidades, y ese poder va en aumento porque la madre se hace dueña del miedo de la hija, acrecentando con ello su superioridad. Y como suele suceder, la agresora atribuye a la víctima la responsabilidad del ultraje. 

Pero no se puede callar y perdonar. Y puesto que la protagonista está obligada a callar porque pesa un secreto enorme sobre su vida, el perdón es imposible. Guardar silencio sobre la herida abierta y al mismo tiempo perdonar convertiría a Julia en doble víctima, equivaldría a restar importancia al sufrimiento vivido y resultaría de una banalidad insoportable. Perdonar es asumir de algún modo que el alcance del daño es tolerable. Pero al propio tiempo, no conceder el perdón consume las energías de la protagonista, la paraliza y le impide avanzar. Sin el arrepentimiento de la madre, el perdón es imposible. La hija, esa mujer fracturada, tiene que sobreponerse sin esa ayuda fundamental, para poder hacer que su vida continúe. Hay una parte terrible en el perdón y es que se espera de la víctima que sea ella la que redima de sus culpas al ofensor, haciendo recaer sobre los hombros de la persona fracturada un peso enorme, un peso injusto.

En esta novela, la segunda de la autora, hay mariposas que sobrevuelan el relato, hay mariposas metafóricas, la primera dice así: “soy como un gusano de seda escondido en su capullo sólo que nunca llegaré a ser mariposa”.  Pero para finalizar debo decir que, a pesar de esa afirmación de la protagonista, éste es el relato de una transformación. Nosotros mismos, lectores y lectoras, cuando entramos en un libro, ese viaje inmenso, queremos salir transformados, de lo contrario, algo falla, algo le falta al libro: puede ser altura literaria, profundidad, ambición, honestidad. Queremos salir, de algún modo, heridos, fracturados, para que la luz nos pueda atravesar porque no esperamos encontrar respuestas en cada libro pero sí que la literatura nos ayude a plantearnos algunas preguntas.

https://www.eldiario.es/murcia/cultura/mariposas-jardin-reflexion-perdon_1_1558096.html