Famélica legión
Para el poder, para la derecha, para el capital y
aquellos que le sirven, como es el caso de Alfonso Rojo, sería un exceso
llamarle periodista, el pobre/la pobre tiene que serlo y parecerlo, necesitan distinguir con claridad, nada de
medias tintas, el pobre/la pobre debe pues corresponderse con el modelo
decimonónico y ser fiel al tipo miembro de la famélica legión porque de lo
contrario a lo mejor ni es pobre ni nada, a lo mejor se está haciendo pasar por
pobre para engañar al personal y resulta que en realidad come de todo y tres
veces al día. Esto es lo que le venía a decir este tipo a Ada Colau con ese insulto que cubre
completo el espectro de significado clasista y machista. Ese es el concepto de
pobreza que tienen y que exigen a la ciudadanía: ¿es usted pobre? Pues
preséntese como es debido: demacrado, las ropas en jirones, el pelo sin brillo,
porque, ¿cómo vamos a distinguirles si no? A lo mejor es usted un rico que se
hace pasar por pobre y hasta ahí podíamos llegar. Nosotros sabemos que la
pobreza se mide en falta de acceso a servicios, en carencia de
infraestructuras, en desigualdad de rentas, en injusticia social. Y no en
kilos, a menos que hablemos de los kilos que esta peña acumula en Suiza o las
Caimán, que entonces sí, entonces esos kilos sí cuentan para medir la pobreza
generada por tal desigualdad e injusticia. Pues
queridos y queridas, con ese concepto sobre la pobreza (añádase aquí
desigualdad e injusticia), ¿para qué vamos a hablar de pérdida de servicios,
educación, sanidad infraestructuras?
¿Para qué, si para ese ganado sólo somos pobres si pasamos hambre viva?
Pues quizás, si les dejamos, consigan que así sea. Por lo tanto sólo me queda
añadir: ¡en pie, famélica legión!
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