ICE BUCKET & BREAKING BAD
Cada vez que veo a uno de esos famosos echándose un cubo
de agua fría por encima me da un escalofrío. Y no, el escalofrío no es por el
agua fría. Es porque la pseudo altruista iniciativa me parece, no sé, como la
hucha del Domund. Para luchar contra la E.L.A., y contra el cáncer y contra el
hambre y contra lo que sea, hace falta menos puesta en escena y más
solidaridad, menos miracómomemojo y más refuerzo de la sanidad pública, en este
caso. Me espeluzna, no lo puedo remediar, ver a Raquel Bollo remojándose
glamurosamente mientras pide que se remoje a continuación uno de Gandía Shore,
por ejemplo. Pero no por ellos, pobres marionetas de un circo infame, si no por
la banalización del sentido de la solidaridad que supone esta chufa que ha
cruzado fronteras en plan viral: verano, el famoseo se quita la camiseta si son
chicos, se la dejan puesta si son chicas, y se echan un cubo de agua fresquita
por encima, un sueño húmedo para los fans. Y encima veraniego y refrescante.
Qué pedazo de idea. Sí, hostia, pero no llaméis a esto solidaridad ni
altruismo. Es pura frivolidad de la peor, disfrazada de algo bueno y profundo.
Quedaos en la frivolidad, que es lo vuestro, que sirve para lo que sirve, para
entretener y anestesiar mentes, pero por favor, no finjáis que tenéis una
conciencia con cosas como ésta. Y si es verdad que tienen conciencia, yo hago
una propuesta, llamadme extravagante: que los famosos se dejen de ice bucket,
que paguen sus impuestos religiosamente y que la sanidad pública gestione la
investigación contra la E.L.A.
Y siguiendo con mi costumbre de mezclar cosas que no
tienen nada que ver entre sí, estoy viendo ahora la serie Breaking Bad. Mafia,
asesinatos, tráfico de drogas, cadáveres zambullidos en ácido, explosiones, armas…
Y para mí, de todo lo que veo en esta serie, lo que encuentro más perverso con
diferencia es el hecho de que una persona con cáncer se tenga que enfrentar al
mismo tiempo a la angustia de su enfermedad y a la angustia de no poder hacer frente
a la factura del hospital. De eso va la serie. La perversión es la naturalidad
con que se narra que no está garantizado un derecho humano que debe ser
inalienable: el derecho a la atención médica. La perversión es ver a ese pobre
hombre firmar un cheque justo al terminar la sesión de quimio y que la
enfermera-cajera le pregunte: ¿volverá Usted el lunes?, y que la pregunta
verdadera sea: ¿tiene Usted dinero para pagarse la siguiente sesión, la del
lunes? Será que me he vuelto retorcida, pero a mí eso me parece perverso.
Por cierto, ¿os imagináis a Walter White echándose por
encima un ice bucket? Pues eso.
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