UN CUENTO PERVERSO
En Facebook, en la tele, en conversaciones por la calle,
escucho últimamente en boca de quienes, sin saber quién es Hobbes, creen y
practican que el hombre es un lobo para el hombre, escucho digo, fragmentos de
un cuento perverso que comienza así: primero los de aquí. Y sigue: los
refugiados reciben más ayuda que los necesitados locales, afirmación que se
hace con la desfachatez de mostrar en cifras evidentemente inventadas (normal,
es un cuento...) el importe de la ayuda
a un refugiado y/o inmigrante frente a la miseria que perciben los excluidos sociales nuestros, los de aquí. Y
esto lo dice gente a la que los
excluidos sociales le importan un pito de feria, pero que se agarra a
cualquier argumento para alimentar su xenofobia. Se dice que entre ellos vienen
terroristas y asesinos, de lo cual estoy convencida, seguro que entre los
refugiados hay maltratadores, abusadores de niños, criminales de todo tipo
porque cuando toca huir de una guerra no huyen sólo los puros de corazón. Pero
también hay criminales entre nosotros. Acaso no es propio de asesinos en serie
permitir que mueran familias enteras en el mar o asfixiados en camiones, acaso
no es homicida el fomentar la insolidaridad, la inhumanidad.
También se dice que los inmigrantes van a copar los
servicios públicos. Aunque, de nuevo, en un alarde de incoherencia, esto suele
venir de parte de gente que ha participado del discurso de las bondades de la
privatización de lo público. O en el mejor de los casos de personas que no han
movido un dedo ni para quejarse de esa privatización. Pero eso sí, que no se le
dé cobertura sanitaria al inmigrante, que se nos gasta.
He leído incluso de un supuesto escritor serio cuyo
nombre no quiero ni mencionar que, como somos todos tontos menos él, no nos
hemos dado cuenta de que esto es un cambio de ciclo, que ha caído el imperio y
penetran los bárbaros ante lo cual sólo debemos mirar por la ventana y esperar.
Todo lo anterior alimenta un cuento perverso que va
penetrando en la gente, sembrando dudas entre quienes pudieran sentir compasión
hasta conseguir que la ciudadanía cierre los ojos y los oídos, que es lo mismo
que cerrar el corazón, frente a esta tragedia y que se termine integrando el
mantra de primero los de aquí, que nosotros somos antes y que el extranjero da
miedo. Esa y no otra es la semilla del fascismo y esto sí que debería
asustarnos.
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