LA UNIVERSALIDAD DE OCCIDENTE
A raíz de los atentados terribles de París todos hemos
sentido la necesidad de decir hasta qué punto nos horrorizan. Nos hemos sentido
interpelados por un dolor que sentimos cercano, porque París está en el
imaginario personal de todos gracias a las películas, los libros, la música…,
porque en París tenemos amigos, porque es una ciudad que hemos visitado, por
esas y otras muchas cosas nos sentimos vinculados a esa ciudad y por lo mismo
vinculados a ese dolor.
En este totum
revolutum de información y sentimientos, leo unas declaraciones de Obama
diciendo que los atentados de París “son un ataque contra la humanidad” y leo
también sobre otros atentados en Oriente Medio y África, de los cuales no tenía
noticia o muy escasa. Por lo visto
Occidente es el centro del mundo, es la humanidad misma, todo lo que queda
fuera de ese núcleo privilegiado, muertos incluidos, es invisible, indiferente,
menor. Occidente es el centro, el resto es periferia, no nos afecta de igual
modo si es que acaso nos afecta. Este desequilibrio se da a nivel mundial y
también a nivel nacional y local. Los inmigrantes provenientes de los “países
periféricos” quedan igualmente en la periferia de nuestras ciudades. Este
desequilibrio es un foco de rabia de la periferia hacia el centro.
Si nos creemos lo que nos cuentan la televisión y los
periódicos, el terrorismo que mata ciudadanos occidentales es peor que las
guerras que matan ciudadanos de Oriente Medio y África. Las guerras iniciadas y
financiadas por Occidente en esos países son presentadas por los medios de
comunicación como guerras legítimas, acciones llevadas a cabo para democratizar
países que se encuentran en la Edad Media. La realidad se retuerce de tal modo que hasta las víctimas de esos conflictos son consideradas sospechosas de
terrorismo. Cuando se ponen en marcha en dolorosas columnas humanas para huir
de la guerra son recibidos con gases lacrimógenos e indiferencia porque se dice
que entre ellos pueden venir terroristas. Porque Occidente es el centro del
mundo y todo lo que no es centro es periferia, periferia de la que extraer
petróleo, periferia a la que vender armas, periferia cuyo territorio diseñar y
recortar a conveniencia del centro, periferia cuya población utilizar para
justificar guerras y cuyos muertos enterrar en el olvido cuando la barbarie se
desboca, muertos sin nombre, sin rostro, que no merecen flores ni velas,
muertos de nadie. Periferia. Pura periferia.
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