SOBRE LA GUERRA QUE NOS AMENAZA
Según Santiago Alba Rico
yihadismo e islamofobia son dos caras de una misma moneda al igual que lo
fueron en su día sionismo y antisemitismo. Hannah Arendt nos explica en
"Eichmann en Jerusalén" cómo en los primeros años del nazismo, los
grupos sionistas colaboraban con el partido nazi aportando listados de
ciudadanos judíos; lo hacían de modo inocente pues no sabían lo que vendría
después. En una primera fase, el nazismo proponía una deportación masiva de judíos
a Palestina y en esto coincidía con el sionismo que propugnaba una
reunificación masiva del pueblo judío en Tierra Santa. En definitiva, ambos
colaboraban pues estaban de acuerdo en
la propuesta de la segregación.
Javier Albiol, el xenófobo
dirigente del Pp en Cataluña, ni siquiera es original cuando habla de limpieza
y culpa al multiculturalismo de los males de nuestra sociedad: los yihadistas
piensan igual que él, nada de mezcla cultural, matan por una sociedad pura,
limpia, lo cual paradójicamente les iguala a los islamófobos. Son dos trincheras complementarias, una no
tiene sentido sin la otra. O lo que es lo mismo, si se desactiva una se
desactiva la otra. Por desgracia, el racismo y la falta de memoria son aliados
letales.
El problema se agrava cuando
nuestros dirigentes nos hacen creer que "el otro", el extranjero, el
diferente, no tiene la misma entidad humana que tú, tu familia, tus vecinos y
tus compatriotas. Esto conduce a una alienación, un extrañamiento del otro en
tanto que ser humano de manera que su sufrimiento es para nosotros menos
importante que el de los
"nuestros". Los muertos de Paris son entonces más importantes
que los muertos por los subsiguientes bombardeos de Siria, sin importar que la
mera comparación numérica ofenda toda lógica. Ya eso es lo de menos, el
"otro" no es nuestro igual, la cantidad de sufrimiento, la cantidad
de muertes es irrelevante: hemos puesto nuestra conciencia en suspenso y el miedo
nos hace correr como pollos sin cabeza.
Los motivos de esta
nueva-vieja guerra que nos amenaza son los de siempre: lucha por el dominio de
las fuentes de energía.
Pero me preocupa sobre todo el
modo en que nuestros gobernantes nos inducen a darles otra vez una coartada
para bombardear países. No me extraña ver estos días cómo los halcones de la
guerra se afilan el pico en la piedra del yihadismo, esto es algo que nos
esperamos. Pero sin embargo me desespera ver y oír cada vez más personas que
piden que se bombardee Siria, que culpan a los refugiados de los atentados de
París, que miran a las víctimas de esta guerra como amenazas para su seguridad
personal. Sé que han sido y están siendo objeto de manipulación pero tampoco
esto les exime por completo de su responsabilidad en la vía libre que les dan a
los gobiernos para iniciar esa guerra que nos amenaza.
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