LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Felipe González, al que cada vez le asoma más el relleno del disfraz por las costuras, es una reedición del padrino en sevillano y
cañí. Parece ir a proferir en cualquier momento un altisonante y tejeriano:
¡quieto todo el mundo! Su lenguaje corporal nos está diciendo que si lo dejamos
solo esto lo arregla él en dos días. Lástima que le tocara liderar al partido
socialista tantos años porque con esa carga de soberbia facha que exhibe habría
sido un espléndido líder ultraderechista. Despliega sus años, sus canas y sus
kilos como si fueran un aval que hiciera bueno cada uno de los disparates que
deja caer en cuanto pilla un micrófono. Cada día recuerda más a Fraga y está
tan cómodo en su papel de viejo prócer de la patria que dudo mucho que le molestara la
comparación. Para que se le note lo muy socialista que es y ha sido toda la
vida ha propiciado, con la ayuda inestimable de Cebrián, el golpe interno de
Psoe (al objeto de darle el gobierno a Rajoy mediante la abstención) y el
advenimiento del Susanato, como le llama Rosa María Artal, tan acertada
siempre. Todo ello porque era lo más conveniente. A sus
propios intereses, claro. Cómo agradecerte tanto socialismo, camarada Isidoro.
La
manipulación, la propaganda y la intoxicación mediática no son punibles. El
lucro indecente por vía del tráfico de influencias tampoco. Pero sin embargo la
protesta, como se ha visto a principio de esta semana por parte de los
estudiantes de la Autónoma, sí que lo es, tanto moral como penalmente.
Creo que los
estudiantes tenían derecho a decirles un par de cosas a estos dos manipuladores
de oficio, esa es la libertad de expresión, lo malo es que se han victimizado
que es algo que se les da muy bien merced a su control de los mass media, como
si se les hubiera puesto una mordaza, como si no tuvieran foros donde
expresarse ampliamente, un ex presidente y el director de un periódico nada
menos. Por lo visto la libertad de expresión también les pertenece. A los demás
nos queda la Ley Mordaza.
Decirles..SÍ, pero con el debido respeto; impedir que hablara en el lugar más apropiado para confrontar ideas y argumentos, NO.
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