PARTE
METEOROLÓGICO
Estos últimos días ha llovido como hacía tiempo. Ha caído en
todo el país medio diluvio; en Málaga el diluvio entero. Hemos
sabido que en Estepona una joven rumana ha aparecido muerta al lado de la barra
de bar donde se había subido para intentar salvar la vida, en el sótano
inundado de un club de alterne que se anunciaba como servicio de escorts,
esa actividad de nombre tan glamuroso que nos parece que es una "oficina
de contratación " de chicas que salen con hombres porque quieren y luego
cobran y todo es súper guay y empoderador de las mujeres a tope.
Porque cuando se habla de agencia de escorts a nuestra
imaginación acuden sofisticadas damas sobre altos tacones de aguja, vestido
corto y bolsito paillette, mujeres desinhibidas, alegres y
confiadas. Mujeres que salen con un hombre a cenar y a bailar y lo que surja y
que después de una noche de fiesta cobran trescientos euros, por ejemplo.
Mujeres que tiene tiempo libre durante el día y una vida alegre y diversa.
Quién no querría un trabajo así. Vosotras que me leéis, estáis perdiendo un
tiempo valiosísimo: si no explotáis vuestro capital erótico es que no sois
listas o bien sois una pandilla de puritanas. Este falso imaginario, alimentado
profusamente por los medios de comunicación es un trampantojo que oculta una
realidad bien, pero bien distinta. En esta “agencia de escorts” las
mujeres vivían encerradas en un sótano. No es que su vida careciera
de glamour, es que no era ni vida, eran (son) pura mercancía erótica lista
para la diversión de los hombres. Lo repetiré: estaban encerradas en un sótano.
Esta chica ha muerto (lo diré una vez más) porque estaba encerrada en un sótano
a la espera de que llegaran los clientes. No ha tenido modo de salir, ha estado
buscando una escapatoria sin encontrarla, se ha subido a la misma barra donde
la noche antes, que según la prensa había sido muy beneficiosa para el
proxeneta empresario, había estado haciendo clientes, se ha subido a esa barra,
digo, buscando el aire, buscando la vida, esa vida que finalmente le ha dado,
una vez más y para siempre, la espalda. Hizo una llamada desesperada a un
servicio de emergencias que lamentablemente llegó tarde y cuyos efectivos no
encontraron el modo de entrar pues todo estaba cerrado a cal y canto. Tuvieron que
acceder los buzos para no hallar ya más que el cadáver de la chica.
Después ha seguido lloviendo. Y lloverá mucho más sobre la vida de estas
mujeres, lloverán mentiras y risas groseras, lloverá indiferencia, lloverán
falsas imágenes de vida fácil, lloverán lágrimas en muchos otros sótanos. Esta
es sólo una desgracia más, lo malo es que no será la última y lo peor es que
llueve ya mucho sobre mojado.
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