SÓLO QUIZÁS
No deberías haber sido tan alegre y tan extrovertida.
No deberías haber aspirado a estudiar.
No deberías haber querido ser una persona independiente.
No debería haberte gustado tener opiniones propias.
No deberías haber querido vestirte como a ti te gusta.
No deberías haberte negado a que él controlara tus
llamadas y mensajes.
No deberías haber salido con tus amigas algunos sábados
por la noche.
No deberías haber aspirado a volver a trabajar después de
haber criado a tus hijos e hijas.
No deberías haber reclamado igualdad de trato.
No deberías haberte negado a tener relaciones sexuales
cuando a ti no te apetecía.
No deberías haber dejado de ser la mujer sumisa y complaciente
que él reclamaba.
No deberías haberte quejado tanto.
No deberías haber levantado la voz.
No deberías haberlo abandonado.
No deberías haber hablado con tus amigas, con tu madre, con tu familia.
No deberías haber ido a un abogado o a una abogada.
No deberías haber solicitado el divorcio.
No deberías haberle contado a un juez o a una jueza que
tu vida no era vida desde que te uniste a él.
No deberías haber dicho que habías querido separarte
después de la primera bofetada pero te faltaron las fuerzas, la independencia
económica, el respaldo familiar y el respaldo social.
No deberías haber solicitado una orden de alejamiento.
No deberías haber advertido a todos tus vecinos y vecinas que no abrieran el portón del
edificio a tu ex marido.
No deberías haberte defendido de la agresión.
Entonces quizás, quizás
aún seguirías viva.
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