A MEDIA ASTA
Lo de la bandera a media asta
como luto por la muerte de Cristo da un poco de risa por lo vetusto y
anacrónico. Lo de la bandera a media asta es incluso gracioso, fíjate lo que te
digo, porque pone un poquito de color costumbrista al telediario y anima a los
tuiteros a afinar la puntería, si es que no se han dado de baja ya tras lo de
Cassandra y el Wyomming, claro. Lo de la bandera a media asta todo lo que hace
es rasgar un poco más el ya maltrecho paño de la supuesta aconfesionalidad de
nuestro estado. Nada más. Nada menos también, lo sé, pero nada más. Y nos hemos
reído un rato. Lo malo, más que las banderas, son las cabezas a media asta, y
lo peor son las cabezas astadas porque seguimos viviendo en un país que embiste contra lo que no comprende. Como
decía Machado: “esa España inferior que ora y embiste cuando se digna usar la
cabeza”. Imposible no vincular esto con
el culto a la sacrosanta “fiesta nacional”, que no admite disidencias so pena
de lapidación. Así que, se sigue rezando y se sigue embistiendo como si no
hubiéramos aprendido nada en los últimos ochenta años, como si viviéramos en un
tiempo estancado al que le patinan las ruedas y que no gira ni avanza. Asombra
comprobar que seguimos siendo el país descrito por Machado en “El Mañana
efímero”.
Se admite más o menos bien
que haya quien no participe de la expresión religiosa mayoritaria, que viene a
ser casarte por la iglesia, asistir a bodas y comuniones y participar en la
Semana Santa (en total unos diez días de espiritualidad al año, como mucho)
pero no se tolera que se recuerde y aún menos que se reclame que el nuestro es
un estado laico, porque entonces, ay, te lloverán los capones en forma de:
“aunque tú seas atea, la religión forma parte de tu cultura y tu tradición”,
que viene a querer decir que te aguantes con lo que hay, porque los que
participamos de esta manifestación superficial de espiritualidad somos más y tú
estás en franca minoría. Así que, si no quieres que haya misa en la tele, apaga
el aparato. Del mismo modo, si no te gusta que se torture animales, no vayas a
una plaza de toros.
Un buen ejemplo de cabeza astada
que ora y embiste lo tenemos en las declaraciones del Alberto Fernández Díaz,
presidente del grupo municipal del PP en Barcelona, pidiendo que se ofrezca prioridad a los
refugiados cristianos que huyen de la guerra, algo que además de atentar contra
los Derechos Humanos es inconstitucional al pedir que se discrimine atendiendo
a la opción religiosa. En el PP, como ya hemos podido comprobar, no son
precisamente de acoger a nadie, pero ya puestos y si hay que hacerlo, que se
pida primero la partida de bautismo. La misma actitud, la misma, de los ultras
de “Lo Nuestro” que ponen un tenderete para dar comida sólo a españoles pobres,
y sin embargo los medios presentan al PP como un partido constitucionalista y
moderado. Así están las cosas.
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