¿ABRIR EL DEBATE?
A raíz de
la noticia de El Confidencial sobre el trabajo no remunerado de becarios en
restaurantes y las posteriores declaraciones del cocinero Jordi Cruz, hemos
sabido que si trabajas para alguna celebridad, date por pagado: estás cobrando
en una moneda que se llama prestigio. Eso sí, no cotiza a la Seguridad Social
ni paga la hipoteca, pero, oye, cuánto honor. Tampoco lo querrás todo. Si ese
es el trato supongo que Jordi Cruz tampoco cobrará a TVE por su presencia en
Masterchef, y que, al igual que los becarios que trabajan para él, también
recibirá su estipendio en fama, la que le da un medio público para promocionar
su restaurante. No queremos pensar que gente tan honesta funcione con un doble
rasero.
Lo que
Jordi Cruz plantea a través de una explicación cínica en extremo es una
relación laboral basada en una desigualdad vergonzosa. Por cierto, el
presidente de la Ceoe también es de la opinión de que, efectivamente, el
trabajo de los becarios es impagable... Estos llamados emprendedores de éxito
en neolengua tienen un nombre en castellano antiguo: depredadores sociales. No
generan empleo, puesto que no pagan sueldos sino que se aprovechan de forma
descarada de su situación de privilegio para beneficiarse del trabajo de otros.
Pero lo que realmente preocupa es que se haya puesto sobre el tapete el
tema de si pagar con prestigio es sueldo
suficiente.
Hay
cuestiones para las que el simple hecho de abrir el debate ya supone cruzar una
línea roja. Me explicaré. Si yo os digo: venga, vamos a abrir el debate sobre
canibalismo o sobre venta de órganos, estoy segura de que me diríais: ¿estás
loca, qué debate? Y esa sería la respuesta correcta. Hay temas que no se pueden
ni se deben plantear. Sin embargo hemos visto cómo se ha abierto recientemente
el debate acerca de vender o alquilar el cuerpo de otro ser humano, o sea,
sobre la pertinencia de convertir a las mujeres pobres en meras incubadoras. Y
estos días se está planteando la
cuestión de hacer trabajar a personas jóvenes sin que cobren, o sea sobre la
pertinencia del trabajo en condiciones de semi esclavitud. Estos son los nuevos vectores de avance del neoliberalismo
para el cual todo es objeto de compra-venta y donde la única ley a respetar es
la de la oferta y la demanda. Y la
respuesta no es sólo en ambos casos un rotundo NO: no a la venta ni alquiler de
cuerpos y no a trabajar sin cobrar. La
respuesta es que el mero hecho de plantear dichas cuestiones ya es una trampa
porque nos llevan a su terreno, o sea, a discutir temas que ni siquiera se
deben cuestionar, del mismo modo que a nadie en su sano juicio se le ocurriría
abrir el debate, insisto, sobre venta de órganos o canibalismo. Así es como se comienza
a producir un cambio de paradigma, abriendo el debate. Hay líneas rojas que no
se deben cruzar jamás porque cruzarlas supone poner en riesgo nuestra condición
humana para convertirnos en mera mercancía. Esas líneas rojas son las que
atañen a nuestra dignidad como seres humanos y deberían ser intocables.
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