TSUNAMI FEMINISTA
El ocho de marzo de 2018 será
recordado durante muchos años porque hemos tenido la suerte de vivir en nuestro
país un día histórico, manifestaciones grandiosas en extensión, variedad y
número de participantes, una jornada sin precedentes que ha dejado boquiabierto
al mundo entero, un auténtico tsunami feminista. Habrá un antes y un después.
El cambio ya ha comenzado.
Muchas cosas han pasado en
pocos días y hemos podido constatar lo cortos que son ahora los tiempos
políticos. Entre la negativa de Mariano Rajoy a hablar de la brecha salarial
por considerarlo un tema menor carente de todo interés, despachado con un
despectivo “no nos metamos en eso”, y el propio presidente luciendo lazo violeta
y contradiciendo a Tejerina y Cifuentes en su “huelga
feminista” a la japonesa han pasado apenas seis semanas. Entre Albert Rivera
negando la pertinencia de las reivindicaciones feministas porque ya hemos
logrado la igualdad y él mismo queriendo liderar el feminismo han mediado
apenas días. Días en los que hemos visto el adjetivo feminista pasar de ser
sinónimo de feminazi a ser un tema central incluso en la agenda de los partidos
conservadores. Habrá que ver luego cómo desarrollan esa agenda porque si el
cinismo fuera helio estarían ya Rajoy y Rivera fuera de nuestra atmósfera; al
parecer el ocho de marzo se bañaron en el Jordán feminista que supuso ese río
de mujeres en las calles y amanecieron los dos feministas perdidos porque
ambos, como Groucho Marx, tienen unos principios pero en viendo las calles
tomadas por multitudes, los cambian rápidamente por otros. Lo que sí que es innegable
es que el feminismo ha dejado de ser invisible y/o inconveniente para esos
partidos y por tanto, para millones de personas y de eso debemos
congratularnos. Y eso se ha conseguido por la presión de la calle mientras tertulianos
convertidos de pronto en expertos en feminismos nos explicaban que no era
necesario, que dónde íbamos, que estábamos locas.
Es de esperar que la respuesta
en las calles de tantos y tantos miles de mujeres y hombres, jóvenes y mayores
vaya dejando atrás esa absurda letanía del “yo no soy ni feminista ni machista”
porque al personal empieza a quedarle claro que lo contrario al feminismo es la
ignorancia. Es necesario recordar a aquellos y aquellas que deslegitimaron la huelga acusándola de ser una huelga “política” que por supuesto,
claro que sí, porque el feminismo es político, cómo no lo va a ser, nosotras lo
sabemos y lo decimos. El "ni feminismo ni machismo" también es
política, sólo que quienes hablan así no lo reconocen, como si su postura fuera
la equidistancia sensata y necesaria en sociedad. Como si diciendo, por ejemplo
"yo no estoy ni a favor ni en contra de la esclavitud" no estuvieras
ya adoptando una posición política muy definida. Lo que también es el feminismo
es absolutamente transversal, algo que ya sabíamos pero que ha sido demostrado
empíricamente merced a la rápida
conversión de Rajoy y Rivera.
Después de un tsunami hay
mucho escombro, mucha broza, mucho desperdicio amontonado en las orillas de las
carreteras y en las rejillas de los desagües. Todo eso que hemos leído
últimamente desde Vargas Llosa hasta el último australopiteco ilustrado (un
tipo que firma un artículo infame en el periódico La Opinión titulado “Querida
niñata”) son los restos del tsunami feminista del pasado ocho de marzo. Es hora
de acostumbrarnos. Time's Up. Ahora el feminismo marca la agenda.
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