YOUTUBERS, IMPUESTOS, FAMA Y SANIDAD PÚBLICA
De forma recurrente surgen polémicas en torno a casos de tributación off-shore. Recientemente han sido algunos youtubers quienes han decidido hacerse ciudadanos de Andorra porque les parece un exceso su aportación a la hucha común que sostiene instituciones fundamentales (y más ahora) como sanidad, educación, pensiones, garantes de nuestros derechos constitucionales.
En un sistema proporcional, quienes ingresan más aportan más y quienes ingresan menos aportan menos. ¿Parece lógico, no? Pues no. Para esta chavalada, el que ingresa más (pero mucho, mucho más, una burrada más), de pronto decide que ya se ha cansado de aportar a las arcas públicas y que se larga tan ricamente a disfrutar de los aires andorranos que le vienen muy bien para lo suyo. Lo deciden de manera unilateral, favorecidos por una aplicación blandengue de las leyes en materia impositiva para según qué ciudadanos y coreados por un palco de palmeros a quienes les parece buena idea que los ricos no tributen más que lo que buenamente quieran, que para eso son ricos, mientras que el resto de mortales debemos tributar conforme a las leyes. Estos palmeros, si son ricos no hacen más que remar a favor de su corriente. Por mal, insolidario y egoísta que nos parezca, están defendiendo su privilegio. Pero si no lo son, si son unos humildes pringados como tú y como yo, y esta es la abrumadora mayoría de quienes les defienden, sencillamente son unos grandísimos botarates que no saben ni por donde les da el aire.
Vi en una ocasión por la tele a un periodista preguntar por la calle, a propósito de un corrupto, a un perfecto pringado, un tipo de barrio marginal con bastante mala pinta, que tenía un mapa de la moralidad fiscal nítidamente definido en su cabeza: “están los que roban y los que no podemos”. Entre estos tipos existe indulgencia cuando no admiración hacia esos corruptos. Si yo estuviera ahí, haría lo mismo, se dicen. Pues ya está, este es tu juego, solo que te ha tocado perder. No hay tantos ricos como para sostener ellos solos ese sistema. El sistema lo sostiene en gran parte la ignorancia, una ignorancia que vota a partidos corruptos y/o que niegan la necesidad de un sistema impositivo. Y la ignorancia la mantiene un sistema educativo de mala calidad potenciado por la falta de recursos, originada en una fiscalidad laxa en la que las grandes fortunas no tengan pegas en llevarse sus dineros a paraísos fiscales, dejando lo público en los huesos. Se cierra el círculo.
A juzgar por lo de estos tipos y otros de la
misma calaña (Amancio Ortega, el rey emérito y tantos otros, subidos con
frecuencia al carro de la fama…) los pobres tenemos que pagar
religiosamente los impuestos estipulados pero a los
ricos se les permite pagar graciosamente lo que
ellos quieran. Porque no es que los ricos no quieran contribuir a la
comunidad, es que quieren hacerlo como
mejor les venga, tanto en cantidad como
en procedimiento. Y los impuestos no son
la vía ideal para ellos porque los impuestos son: 1. anónimos y 2. obligatorios.
Un mega millonario no puede decir: es que
he pagado X millones en impuestos porque la réplica se escribe sola:
claro, has pagado impuestos en correlación con tus beneficios. A ellos les va más lo de darle dos duros a un
pobre a la puerta de una iglesia, rollos tipo el Rastrillo Nuevo Futuro o las
donaciones esporádicas que hace Amancio Ortega. ¿Por qué? porque cuando
practican la caridad son ellos quienes controlan el juego ya que: 1. donan lo
que quieren y 2. lo hacen público, con lo cual la réplica se escribe sola
también: han aportado porque han querido,
sin tener obligación de hacerlo, qué buenas personas son. El lavado de
imagen es una pieza indisoluble de este tipo de caridad.
No exagero si digo que la justicia impositiva salva
vidas. Pensad en la situación actual de la Sanidad Pública, saliendo de la
terrible tercera ola de la pandemia (qué puntería han tenido los youtubers para
hacer despliegue de su insolidaridad): vemos en este momento con mayor claridad
que nunca la correlación entre falta de recursos y aumento de muertes.
Los impuestos nos igualan a todos, ya que son proporcionales. De lo que huye esta
peña precisamente es de ese igualamiento. La única forma de garantizar los
derechos constitucionales es mediante el pago de impuestos y esa contribución,
para que sea justa, debe ser equitativa y proporcional. Cualquier otra pirueta es
una tomadura de pelo masiva, una tomadura de pelo mortal.
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