NO SOLO CONTRA LAS MUJERES
Frente al auge del feminismo, se abre paso un despliegue de
iniciativas en contra de las mujeres: desde asociaciones de hombres maltratados
hasta páginas webs antifeministas, desde influencers intoxicados de
testosterona hasta tradwives deseosas de hacernos volver a la cocina. Una masa
diversa y compacta que reclama el retorno del verdadero hombre. La manosfera no
descansa.
Cuando aún el objetivo de la igualdad efectiva está lejos de
lograrse, los detractores del feminismo crecen como la mala hierba. Sus
estrategias e ideas son similares a las de los supremacistas blancos, no en
vano comparten ámbito político e intereses.
Se trata de un mismo proyecto global. La ultraderecha, a la
que estos días ha reunido Vox en un acto celebrado en Madrid con la presencia
de líderes de varios países dentro y fuera de Europa, es la depositaria de todo
este ideario. Argumentan que mujeres, extranjeros, gente de otras razas y
personas LGTBI aspiran a ocupar un espacio en la sociedad, espacio que solo
pueden alcanzar suplantando al hombre blanco heterosexual, apartando a ese
hombre del que es su lugar natural prácticamente por derecho divino. Se ven
perfectamente legitimados a emplear cualquier método, desde insultar (como ha
hecho Milei contra la esposa de Pedro Sánchez) hasta difundir bulos, desde
alimentar el miedo hasta recortar derechos, porque creen que están luchando por
su pervivencia. Como machos mamíferos impermeables al proceso civilizatorio son
tremendamente territoriales. Proponen un cambio de paradigma que ofrece un
mundo más duro, más insolidario, más invivible. El argumentario es sencillo,
muy fácil de entender y de reproducir; esta es una de las claves de su éxito.
El avance de la ultraderecha en Europa amenaza los derechos
de las mujeres porque formamos parte de esa masa de lo que consideran seres de
segunda. Uno de los primeros en caer suele ser el derecho al propio cuerpo, o
sea, el derecho al aborto. Y es el primero en ser cuestionado porque estos
grupos políticos han estado tradicionalmente vinculados a la iglesia más
retrógrada, para la que el aborto es una perversión doble ya que se comete en
el mismo acto un crimen y un pecado. No pueden admitir que sea la mujer la que
tome esa decisión de forma íntima y unilateral porque las mujeres no son dueñas
de su cuerpo. Además, para ellos hay una sola sexualidad, la heteronormativa, y
una sola familia, la tradicional. Cualquier cosa que se salga de la norma es
percibida como una amenaza. Los grupos antiderechos se multiplican.
Pero, como decíamos, aunque el auge del feminismo ha sido un
importante revulsivo y uno de los motivos de reacción ultraconservadora, no van
solo contra el feminismo. Una de las bestias negras de la ultraderecha es la
inmigración, a la que acusan de ser vehículo de delincuencia y contra la que
reclaman más fronteras. De la misma manera, los tímidos avances contra el
calentamiento global se verían demorados sine die ya que hay un consenso
negacionista del cambio climático en el seno de las derechas.
Los análisis electorales demuestran que cuanto más
depauperada y rural es una zona, mayor es la incidencia de voto ultra. Por ello
se prevé que el partido AfD avance en las regiones estructuralmente más débiles
de Alemania. En España, según según la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y
la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), las personas que viven en
hogares con ingresos inferiores a 6.725 euros por unidad de consumo al año (560
euros al mes) es donde mayor porcentaje de voto a Vox encontramos.
La ultraderecha avanza sobre Europa como una amenaza tan
preocupante que 30 empresas alemanas se han unido en una iniciativa denominada
“Defendemos los valores” para intentar frenar el voto ultra en las elecciones
europeas. Empresas tan poco sospechosas de veleidades revolucionarias como
Bayer, Volkswagen, BMW, Allianz, Deustche Bank, Siemens, Mercedes y muchas
otras se han unido para, dicen, defender los valores democráticos. No se han
mostrado en contra de ningún partido en concreto, aunque todo el mundo tenga en
mente a la AfD (Alternative für Deutschland) sino que advierten del peligro de
los extremismos y los populismos. Mientras la ultraderecha de todos los países
del viejo continente ondea la bandera del antieuropeísmo, esta iniciativa aboga
por mucha más Europa. El ejemplo del desastroso Brexit les sirve para
escarmentar en cabeza ajena.
Ante este panorama, la única fórmula que cabe recomendar es
firmeza frente a discursos antidemocráticos. Y por supuesto, que nadie se quede
en casa en las elecciones europeas, ya que las urnas lo deciden todo.
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