jueves, 6 de marzo de 2025

ABANDONAR EL MIEDO

 

ABANDONAR EL MIEDO

Hace un par de meses me encontré un gatito atropellado en la carretera (alguien le había pasado por encima y no se había dignado a detenerse); otra conductora y yo paramos el coche y cogimos al gato para llevarlo al veterinario. El gato me pegó un arañazo del que aún me queda marca. Fue una reacción inmediata del animal. Ocurre con todos los animales. La violencia es una respuesta reactiva al miedo. El animal humano no es precisamente una excepción a esta regla, solo que el humano ha sofisticado y cargado de contenido esta reacción, dándole justificación y elaborando los métodos de respuesta.

El miedo humano desencadena un sentimiento del que los animales carecen: el odio. Miedo y odio son las dos caras de la misma moneda. Odiamos porque tememos al otro y encontramos en la violencia el instrumento ejecutivo de ese sentimiento.

El miedo se puede manipular y alimentar y convertirse en una fuente inagotable de odio. Las víctimas propiciatorias de esos miedos suelen ser siempre los diferentes, los pobres y los extranjeros. Los inmigrantes y refugiados caen de lleno en esa categoría.

El discurso ultra convence a las masas de que si son pobres es porque otro pobre, que viene de fuera, les está robando lo que es suyo (los españoles primero, America first…) A ese es al que hay que temer y odiar, y no a quienes acumulan riqueza de forma obscena. Otro eje del discurso, completamente falso, es el de que los inmigrantes vienen a delinquir, fácilmente comprobable contrastando estadísticas. Pero no buscan la verdad, solo confirmación a sus fobias y en eso se han especializado las redes, cuyos dueños, como bien sabemos, son juez y parte en este enfrentamiento desigual.

La explotación por parte de la ultraderecha del relato del miedo a través de las fake news le está reportando grandes beneficios electorales. Se aprovechan del malestar de la población para ofrecer soluciones simples a problemas complejos.  Aún peor, para ofrecer soluciones falsas. ¿Qué la inflación está descontrolada, que sube el precio de la vivienda? Pues sobran extranjeros. Un silogismo absurdo. Pero es que el miedo nos hace sospechar los unos de los otros, envenena la convivencia, nos animaliza. Tener miedo y odiar, odiar y causar miedo, una espiral que se traga la convivencia.

Lo hemos visto en Molina de Segura donde el teniente alcalde y (ojo a esto) concejal de seguridad ciudadana, de Vox, grabó a mujeres magrebíes llevando o recogiendo a sus hijos del colegio, con el mensaje “Con las barrigas de nuestras mujeres os conquistaremos otra vez”. Bonita manera de mantener la seguridad ciudadana. Azuza el temor a lo que ellos denominan “el gran reemplazo”, un bulo extendido entre la ultraderecha según el cual estamos siendo conquistados de forma más o menos silenciosa por los inmigrantes al que solo cabe contestar que lo que de verdad sobra son racistas.

Otra reacción al miedo es cerrar los ojos y negar lo que está pasando. No es extraño que estas corrientes ultras además de xenófobas sean negacionistas de todo: del cambio climático, de la pandemia y hasta de que la tierra es redonda. Es mejor cerrar los ojos y volver a la Edad Media.

El miedo no busca soluciones: se agarra a un clavo ardiendo. ¿Qué si no el miedo lleva a un país a elegir presidente a un tío con motosierra? ¿acaso no es eso un clavo ardiendo?

 

En estos momentos el mayor miedoso del planeta está en la Casa Blanca y se llama Donald Trump. Desde su llegada al poder hemos entrado de lleno en el escenario del miedo a nivel mundial, porque es un sentimiento bumerang: él tiene y provoca miedo. En cualquier noticia de radio, periódico, en cualquier conversación casual por la calle, qué miedo, lo oímos a cada momento. El miedo se está convirtiendo en un eje de nuestras vidas. Deberíamos encontrar el modo de revertirlo. La alegría es revolucionaria, como lo es también la esperanza. Abandonemos el miedo, rompamos su juego.

 

https://rrnews.es/2025/03/abandonar-el-miedo.html