LA TRANSICIÓN II
Que en la transición se hizo lo que se pudo, sí. Que se actuó con más
miedo que ideas, desde luego. Que qué hubiéramos hecho nosotros en aquella
situación, no lo sé. Comprendemos que con miedo en el corazón la cabeza no toma
buenas decisiones. Comprendemos que fue un momento convulso. Comprendemos que
había que hacer concesiones. Pero que no nos vengan con que se hizo lo que se
hizo y no hay que darle más vueltas, que sí que hay que darle vueltas y muchas,
porque de aquel momento histórico derivaron situaciones que ahora no nos
convencen, y como no nos convencen tenemos el derecho, el deber y la obligación
de cambiarlas.
Empezando por la Monarquía, bastante terreno se cedió ya en su momento
como para permitir ahora que nos la vuelvan a colar aceptando una abdicación y
una sucesión que ni siquiera está prevista a nivel orgánico. No permitamos
pasar de monarquía por miedo a dinastía por dejadez, significaría que nos
valoramos muy poco como pueblo soberano.
Siguiendo por la Constitución: ¿cómo que no se puede cambiar?, ¿por qué
no se va a poder cambiar un contrato de convivencia si cambian las variables o
simplemente nos da la gana?, ¿no se cambió con nocturnidad y alevosía para hacernos
pagar una deuda ilegítima? El lenguaje
no es inocente, nunca lo es pero menos aún a nivel político. La Constitución
¿os habéis preguntado alguna vez porque tuvo padres y no redactores? Porque a
un padre se le debe respeto y obediencia, a un redactor no.
Continuando por la ley electoral, diseñada para que se vayan pasando el
testigo de tramo en tramo los dos partidos mayoritarios y para que la franja de
discusión política no exceda el marco de lo denominado políticamente correcto.
Y quedamos mucha pero que mucha gente fuera de esa estrecha franja que sólo da
para discutir aborto sí, aborto no, matrimonio homosexual, paridad, ministerio
de Igualdad… y donde no se pueden poner en cuestión los temas económicos, en
estos temas los partidos mayoritarios están de acuerdo antes de empezar, y es
la economía la que diseña nuestra vida, no lo olvidemos. Los partidos
mayoritarios han decidido que vivamos en una casa y discuten sobre el color de
las cortinas: yo las quiero rojas, pues yo las quiero azules. Pues no señores,
yo lo que no quiero es vivir en esta casa, ni siquiera en este barrio. Mi
nivel, nuestro nivel de discusión es mucho más amplio, pero el marco legal e
institucional no lo permite.
Y sigamos con la memoria histórica. Qué desmemoriados quieren que
seamos, quieren que nos dejemos a
nuestros muertos en las cunetas, como si fueran muertos de nadie. Cómo que ya
ha pasado mucho tiempo y para qué vamos a volver sobre algo doloroso. Pues para
resolverlo, para eso. Y no dejar que la impunidad siga campando a sus anchas.
Del dolor no te recuperas si no lo miras de frente. Y hay mucha gente a la que
no permitieron volver la vista hacia su dolor. Y eso sí que debe doler. Dolor
sobre dolor. Dolor de tener a tus muertos en una fosa común. Y dolor de que una
especie de consenso sobre lo que nos
debe preocupar y lo que no, no te permita expresar, gritar ese dolor.
Ya está bien, hombre.