VAMOS DE FLÚOR HASTA LAS CEJAS
Estamos en crisis, no hay dinero para nada. Mentira. Sí que hay, lo que
pasa es que el dinero sigue un flujo perverso: va de abajo hacia arriba, de
donde hay menos a donde hay más, de los bolsillos pobres a los bolsillos ricos.
Ese flujo perverso está potenciado y protegido por la clase política. La
fiscalidad de este país es un puro timo. ¿Habéis visto esos tubos que tienen
sobre las cajas del Mercadona y otros supermercados, en los cuales la cajera
mete un rulo de billetes y de pronto, flusss, p’arriba, como si fuera magia?,
pues la fiscalidad española está inspirada en ese tubo. Mi madre suele decir:
¿dónde va el dinero?, donde hay más; ¿dónde va la miseria?, donde hay más. Pues
esa situación tenemos que revertirla porque, gracias a esa tendencia acumulativa
que parece ley universal, no vamos a menos, vamos a más: más paro, más miseria,
más marginalidad. Igual que por parte del gobierno: más caradura, más cinismo,
más desvergüenza. Y por parte de la población: más atonía, más apatía, más
desgana.
Leí en alguna parte una teoría conspiranoica (y eso que yo no soy
mucho de conspiraciones…) que decía que durante el III Reich se empezó a
introducir flúor en la sal y en el agua para manejar a la población con más
facilidad, porque la acumulación de flúor en el organismo conduce a la falta de
respuesta ante los estímulos y a la apatía. Actualmente se realiza la
fluoración del agua en muchos países aunque en casi toda Europa está prohibido
por ley. Menos en España y en Rumanía creo, hablo de memoria. Pues que queréis
que os diga, visto lo visto, a veces da la sensación de que vamos todos de
flúor hasta las cejas.
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