sábado, 12 de octubre de 2013

FEMEN Y EL CRAZY HORSE

FEMEN Y EL CRAZY HORSE
Vayan por delante dos cosas: una, que el activismo político me parece imprescindible siempre y en los tiempos que corren aún más porque sacude conciencias. Una de las acciones políticas más contundentes que recuerdo fue la expropiación de carros del Mercadona por parte del SAT, que tanta repercusión tuvo. Posteriormente la Brunete mediática no quiso darle tanta publicidad a la expropiación de carros con material escolar. Y dos, que el aborto es una decisión que compete sólo a la mujer a la que le toca abortar, así que, que se vayan saliendo del debate curas, médicos, jueces y demás ralea.
Pero en estos días me he hecho varias preguntas: ¿Entre las activistas de Femen no hay mujeres con la barriga gorda y las tetas caídas?, ¿no hay mujeres cincuentonas ni chicas con sobrepeso? Y si las hay , ¿qué hacen con ellas cuando toca manifestarse?, ¿las esconden?. Porque las tetas de Femen y las cabezas en el pintor renacentista Masaccio tienen algo en común: son todas iguales. Cuando yo estaba en el Colectivo Feminista de Murcia, no se nos hubiera ocurrido decir: “venga nenas, a ver cómo estamos de tetas, que vamos a decidir a quién le toca salir hoy a denunciar la política anti feminista”. Salíamos todas: grandes, pequeñas, gordas, delgadas, guapas, feas y de todas las edades…Anda que si hubiéramos tenido que empezar a discriminar entre nosotras, aviadas hubiéramos estado.
Hace muchos años, en un viaje a París, un cliente nos invitó a ver una actuación en el cabaret Crazy Horse. Salían las chicas en pelota picada y con las botas y el gorro de la policía montada del Canadá. Yo quedé impresionadísima por el hecho de que eran todas igualicas: misma estatura, mismo peso, mismas tetas, mismos muslos, mismo culo…Y claro, no se me había ocurrido antes (entre otras cosas porque no había estado nunca en un cabaret) pero la conclusión evidente era que las chicas tenían que pasar un casting tremendamente estricto. Bueno, pues siempre que he visto a las activistas de Femen he tenido una especie de déjà-vu. Llamadme paranoica.
No sé si en Femen pasan un casting para salir a manifestarse, pero al menos lo parece: tanta homogeneidad no es real. La forma y el fondo se contradicen si para reivindicar tu feminismo tienes que ser jovencísima, monísima y con unas tetas gloriosas. Si tienes que pasar un filtro como para trabajar en el Crazy Horse no sé a qué viene presentarte como feminista. Utilizar la mujer objeto para vender coches o para reivindicar el derecho al aborto, al final, viene a ser igual de cuestionable. Protestar contra la utilización de la mujer como objeto utilizando para ello mujeres objeto es un oxímoron puro.  Os invito a que entréis en Internet en una fotogalería de Femen: le pago una convidá al que encuentre una gorda, vamos, te pones todas las fotos juntas y te haces un Playboy casero. He leído un artículo que dice que detrás de este grupo hay un ruso de 36 años y muy poco feminista que es el que maneja el asunto. Pues no me extrañaría nada. Esto sólo se le ocurriría a un hombre en la línea de los señores con los que compartí mesa en el Crazy Horse. Gracias, Femen, por mostrarnos que la falta de visibilidad del feminismo al uso se debe a que somos todas gordas, feas y/o no enseñamos las tetas.

El debate que se ha generado es positivo, lo sé. Pero no basta sólo el ruido. Tenemos que saber lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. Un poquito de coherencia, por favor.

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