FEMEN Y EL CRAZY HORSE
Vayan por delante dos cosas: una, que el activismo político me parece
imprescindible siempre y en los tiempos que corren aún más porque sacude
conciencias. Una de las acciones políticas más contundentes que recuerdo fue la
expropiación de carros del Mercadona por parte del SAT, que tanta repercusión
tuvo. Posteriormente la Brunete mediática no quiso darle tanta publicidad a la
expropiación de carros con material escolar. Y dos, que el aborto es una
decisión que compete sólo a la mujer a la que le toca abortar, así que, que se
vayan saliendo del debate curas, médicos, jueces y demás ralea.
Pero en estos días me he hecho varias preguntas: ¿Entre las activistas
de Femen no hay mujeres con la barriga gorda y las tetas caídas?, ¿no hay
mujeres cincuentonas ni chicas con sobrepeso? Y si las hay , ¿qué hacen con
ellas cuando toca manifestarse?, ¿las esconden?. Porque las tetas de Femen y
las cabezas en el pintor renacentista Masaccio tienen algo en común: son todas
iguales. Cuando yo estaba en el Colectivo Feminista de Murcia, no se nos
hubiera ocurrido decir: “venga nenas, a ver cómo estamos de tetas, que vamos a
decidir a quién le toca salir hoy a denunciar la política anti feminista”.
Salíamos todas: grandes, pequeñas, gordas, delgadas, guapas, feas y de todas
las edades…Anda que si hubiéramos tenido que empezar a discriminar entre
nosotras, aviadas hubiéramos estado.
Hace muchos años, en un viaje a París, un cliente nos invitó a ver una
actuación en el cabaret Crazy Horse. Salían las chicas en pelota picada y con
las botas y el gorro de la policía montada del Canadá. Yo quedé
impresionadísima por el hecho de que eran todas igualicas: misma estatura,
mismo peso, mismas tetas, mismos muslos, mismo culo…Y claro, no se me había
ocurrido antes (entre otras cosas porque no había estado nunca en un cabaret)
pero la conclusión evidente era que las chicas tenían que pasar un casting
tremendamente estricto. Bueno, pues siempre que he visto a las activistas de
Femen he tenido una especie de déjà-vu. Llamadme paranoica.
No sé si en Femen pasan un casting para salir a manifestarse, pero al
menos lo parece: tanta homogeneidad no es real. La forma y el fondo se contradicen
si para reivindicar tu feminismo tienes que ser jovencísima, monísima y con
unas tetas gloriosas. Si tienes que pasar un filtro como para trabajar en el
Crazy Horse no sé a qué viene presentarte como feminista. Utilizar la mujer
objeto para vender coches o para reivindicar el derecho al aborto, al final,
viene a ser igual de cuestionable. Protestar contra la utilización de la mujer
como objeto utilizando para ello mujeres objeto es un oxímoron puro. Os invito a que entréis en Internet en una
fotogalería de Femen: le pago una convidá al que encuentre una gorda, vamos, te
pones todas las fotos juntas y te haces un Playboy casero. He leído un artículo
que dice que detrás de este grupo hay un ruso de 36 años y muy poco feminista
que es el que maneja el asunto. Pues no me extrañaría nada. Esto sólo se le
ocurriría a un hombre en la línea de los señores con los que compartí mesa en
el Crazy Horse. Gracias, Femen, por mostrarnos que la falta de visibilidad del
feminismo al uso se debe a que somos todas gordas, feas y/o no enseñamos las tetas.
El debate que se ha generado es positivo, lo sé. Pero no basta sólo el
ruido. Tenemos que saber lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos.
Un poquito de coherencia, por favor.
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