EL AMOR, AH, EL AMOR
El amor,
la más bella coartada y la más canalla:
Por amor
se ha ido Monago de viaje 32 veces en año y medio a Canarias. En representación
institucional dice él, ¿32 veces en año y medio, tronco? No me hagas reír, que
se me sale la hernia, ¿qué era, el día de Extremadura en Canarias cada fin de
semana? Pero en fin, no importa porque era por amor y el amor todo lo puede.
Bueno, el amor y la barra libre de viajes en business a costa del vapuleado
erario público, claro. Si se los hubiera tenido que pagar él de su bolsillico,
igual va menos. Éste, que era la última reserva de honestidad que le quedaba al
PP. Hay que ver cómo estamos.
Por amor
a la misma musa de las gaviotas que visitaba el anterior (sí, un delicioso
triángulo o cuadrilátero o dodecaedro amoroso, que no sé cuánta gente hay
metida), viajaba Carlos Muñoz (PP Aragón) también a Canarias, que trajín
señores, y también a costa del congreso, para no ser menos. Que eso de pagarse
las cosas privadas del propio bolsillo es de frikis bolivarianos. Y al día siguiente,
con dos cojones, se hace el PP un congreso de buenas prácticas presidido por el
propio Monago. Si es que son los primeros espadas de la comedia española, no me
digáis que no.
Por amor
dejaba la Pantoja espejeando los dineros como el tizne que le traía su
Cachuli muy oportunamente en bolsas de
basura, por tratarse de dinero negro. Y es que sabían hacer las cosas con
estilo.
Por amor
siguió la Zaldívar lavándole el dinero a Julián Muñoz después de acabar como el
rosario de la Aurora televisivo.
Por amor
asistía Cristina a los consejos de administración del Instituto Nóos, esa
institución sin ánimo de lucro, sin enterarse de nada, transportada de pasión
por su marido y firmando sin mirar todos los papeles que le ponían delante, así
fuera una factura del Carrefour como la apertura de una cuenta en Las Caimán.
Por amor
siguió el rey viejo a la bella Corinna a Botswana a cazar elefantes, corriendo
con la cadera remendada tras la estela de su brillante melena rubia.
Y es que
el amor es una bestia incontrolable, sobre todo y especialmente cuando entra en
contacto con dinero público sin vigilancia. Eso lo saben todos los jueces y lo
tienen muy en cuenta. Han visto mucho más enamorada a Cristina que a la mujer
de Diego Torres, dónde va a parar, por eso han desimputado a la infanta del
delito de blanqueo.
En otras ocasiones me cabreo, pero
hoy no, hoy estoy con este tibio sol de otoño como una manola en su palco,
viendo pasar un desfile de amores sinvergüenzas y con mucha risa. Debe ser
porque love is in the air.
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