HIPOCRESÍA NIVEL MONARQUÍA Y VATICANO
Uf, qué
cansera ya de decir obviedades, pero ésta es gorda, atención: leo que el Papa
Francisco y la reina Letizia hablan sobre el hambre en la Conferencia Mundial
de la FAO. A ver, Paco y Leti, está muy bien, majetes, hablar está bien, no
digo que no. Pero a mí se me ocurre otra cosa, a ver qué os parece: si sabemos
que el hambre es una consecuencia de la pobreza y que ésta se origina en la
injusticia y los privilegios y teniendo en cuenta que el paradigma terrenal de
la injusticia y los privilegios son precisamente las instituciones que con
tanto brillo representáis, Iglesia y Monarquía, en lugar de tanto hablar ¿por
qué no os disolvéis y ponéis vuestras respectivas fortunas al servicio de ésos
que pasan hambre? Esto es una idea que se me ha ocurrido, así, al pronto. No
digo que toméis una decisión ya, no, yo ná más que digo que ahí lo dejo, que lo
vayáis pensando, si eso. Es más que nada porque la gente que pasa hambre querrá
comer, y los verbos, las esdrújulas y esas cosas de hablar no se comen, y si
no, que se lo pregunten a los poetas. Porque a ver, alguno que sepa de números
(es que yo soy de letras) que me pueda sacar la cuenta de cuántos bocatas de
chopped pork salen de un modelo de Felipe Varela, cuántos tazones de arroz
salen del anillo del Pescador, cuántos menús escolares de un Palacio de
Marivent y a cuántas criaturas les puede quitar para siempre el hambre un Banco
Ambrosiano. Por poner unos pocos ejemplos.
Y ya que estoy, también quiero que sepáis otra cosica:
que estamos hasta más arriba de la peineta
de declaraciones bienintencionadas de carácter cosmético y de lavados de imagen
a cuenta de los pobres, que, al parecer, es para eso para lo que sirven, para
que intentéis hacernos creer que estáis súper preocupados por la pobreza. Es que
al final vamos a terminar pensando que estáis tan indignados por el hambre como
Esperanza Aguirre por la corrupción.
Ah, y
Leti, si quieres hablar de hambre, empieza por contarnos cuánto hace que no
comes en condiciones porque tienes pinta de no estar bien nutrida y no porque
en tu casa no haya como para poner la mesa. Pero esa es harina de otro costal.
Un costal que todavía no se ha abierto.
Llamadme
extravagante, llamadme demagoga, llamadme lo que queráis, pero si me llamáis que no sea a la
hora de la siesta, que me pilla muy ocupada.
Bien, Ramona, una agradable sorpresa encontrarme con tu blog. Lo enlazo con el mío.
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