EL DELFÍN MALOGRADO
Estos días hemos visto al pequeño Nicolás llegar a los
juzgados con una sonrisa de muñeco congelada en la cara y no por el frío. Pero
antes de esto le hemos visto crecer ante nuestros ojos, agigantarse porque se
ha sentido amenazado y nos ha dejado ver la tramoya de este juego perverso:
tres DNIs falsos emitidos en comisaría, coches oficiales y no precisamente
robados, escoltas, acceso al móvil del rey... Vemos, tal como sospechábamos,
que este relamido con cara de tonto no era el Mocito Feliz de FAES, como nos
quieren hacer creer, no es simplemente un loco del selfie con los poderosos: es
uno de los herederos designados por este poder corrupto para sucederse a sí
mismo, pertenece a la cantera de los que vendrán a estafarnos mañana desde las
instituciones. Este individuo, con una notable vena megalómana, es un delfín
malogrado por su propia ambición: se le fue la mano haciéndose selfies. Seguramente
nunca sabremos qué paso en falso ha dado para que sus propios mentores le
sacrifiquen ante la opinión pública y la justicia, pero me juego una ceja a que
tiene que ver con la Casa Real. Comprobamos que al poder, a ese poder no elegido
democráticamente, se llega desde muy temprano a través de una puerta trasera
que ahora queda a la vista. Francisco Nicolás estaba llamado a educarse desde
tierno lechón en el escenario del poder en la sombra, a gobernarnos dentro de
unos años y a acceder después a una lucrativa puerta giratoria. Pero ha hecho
algo que no debía y es exponer el engranaje de esta maquinaria. Jamás se lo
perdonarán.
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