SIN FUTURO
Huyendo de la ausencia de futuro inician un viaje hacia
la incertidumbre, muchas veces hacia la muerte. Llegan con maletas cargadas de
pobreza a las fronteras de Europa, maletas de dolor, maletas de miseria.
Nuestros gobernantes nos dicen que la miseria se contagia, que roba, que huele,
que nos quita el empleo. Los inmigrantes son recibidos con vallas de
concertina, gases lacrimógenos, pelotas de goma, CIEs inhumanos en el mejor de
los casos. Cuando encuentran setenta cadáveres dentro de un camión en la muy
civilizada Austria nuestros gobernantes europeos guardan un minuto de silencio
llenos de consternación, una consternación que dura justo un minuto, el minuto
que jamás les dedicarían en vida. Y culpan de la situación a las mafias que trafican con personas, como
si los que huyen tuvieran otra opción, como si existieran los pertinentes
trámites legales para acoger al refugiado, como si los refugiados no estuvieran
huyendo de guerras alentadas por esos mismos gobiernos que ahora guardan un
hipócrita minuto de silencio por sus muertes.
Cuando miles de personas vienen huyendo del fuego, de la
desolación, de la guerra, del hambre, cuando los perros de la muerte les
muerden los talones no se les puede decir a ellos ni se nos puede decir a
nosotros que deben llamar a la puerta educadamente. Tampoco nos pueden
amedrentar con ese relato xenófobo titulado “efecto llamada”. Qué coño de
discurso es el que nos están largando, que pila de mentiras pretenden que nos
traguemos: no se trata de una oleada migratoria, es una catástrofe humanitaria
como no se había visto en Europa desde el final de la II Guerra Mundial ¿Nos
están diciendo que les cerremos las puertas? ¿Nos están diciendo que les
dejemos morir? ¿En qué nos convierte eso? Yo no quiero vivir en esta Europa
inhumana, desmemoriada, no quiero, no admito esto en que nos están convirtiendo
como sociedad. No renuncio a mi humanidad a cambio de confort y seguridad. Dejo
aquí mi indignación para que mi falta de respuesta no sirva jamás de coartada.
Grito aquí por no callar y otorgar, grito para que se sepa que no tienen mi
acuerdo silencioso, grito para que mis hijas y mi hijo sepan que he gritado. Grito
porque no puedo hacer otra cosa. Grito por no llorar.
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