NO ES UN CARTEL MÁS
En nuestro país existe una igualdad formal
(hombres y mujeres somos iguales por ley) y una desigualdad regida por la
costumbre, que se ve reflejada en carteles como éste, donde la mujer es tratada
como un objeto sexual.
Se trata del
cartel de una fiesta de estudiantes de medicina, universitarios y
universitarias de quienes cabría esperar un nivel algo más elevado que el de
quienes anuncian la discoteca Pachá Ibiza, por ejemplo, aunque se trate del cartel de una fiesta.
Son además personal sanitario en ciernes, manejarán un material muy delicado
como lo es la salud de la ciudadanía. Seguramente les tocará enfrentarse a
casos de malos tratos, violencia de género, agresiones físicas y psicológicas
en el hogar. Queremos decir con esto que de estas personas cabe esperar mayor
sensibilidad de la que pediríamos a otros colectivos. Este cartel no indica
nada bueno, este cartel nos hace pensar que hemos evolucionado muy poco. Hace
muchos años había en mi barrio una mujer a la que golpeaba su marido. Una de
las veces le rompió el menisco de una patada. Cuando ella fue al médico (el
médico del pueblo de toda la vida) éste le dijo en tono de broma: “señora, ¿es
que juega usted al fútbol?”. No es la única anécdota que conozco en este sentido de este médico, que ya murió.
Él tenía la excusa de su edad, de su educación tardofranquista, de la sociedad
formal y legalmente patriarcal en la que se había educado. ¿Qué excusa tienen
estos universitarios y universitarias que presentan para su fiesta un cartel tan
profundamente sexista? Puesto al día y moderno sí, pero tan machista como este
médico de pueblo.
¿Qué
educación están recibiendo los y las jóvenes que acceden a la Universidad?
¿Quién está detrás del diseño de este cartel? ¿Se identifican las futuras
médicas con esta imagen de la mujer? ¿Les molesta a sus compañeros de carrera
el cartel?
No estamos exagerando, no estamos sacando las
cosas de quicio. Es que realmente no estamos en condiciones de dejar pasar ni una, en vista de la regresión
patriarcal que estamos viviendo y que se encarna en agresiones, violaciones e
incluso muertes de mujeres. Porque esa violencia estructural que sufre la mujer
no es algo que se presenta de repente, sino que viene precedido de toda una
continua tormenta mediática, aparentemente invisible, que convierte a las
mujeres en sujetos de segunda destinados a la diversión del hombre.
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