domingo, 9 de julio de 2017

LAS MENTIRAS DE LOS RACISTAS

LAS MENTIRAS DE LOS RACISTAS

He leído y escuchado, con ligeras variaciones, la siguiente historia: una mujer marroquí acude sola o con su hijo a un centro de salud, a veces habla el idioma y a veces no, y pide diez o veinte recetas ella misma o bien el hijo le hace de intérprete. El funcionario/a ni comprueba su identidad, ni hace preguntas, sino que, sencillamente, le sella las recetas y la mujer expresa en voz alta, en la versión en la que acude sola, lo bien que se vive en este país en que te lo dan todo hecho y gratis, sin mayor obstáculo. En una ocasión, la esposa de un conocido me contó esta historia como si hubiera ocurrido delante de alguien de su entorno. Yo le dije que no me lo creía y os podéis imaginar la que se montó. Ahora leo en Facebook este mismo relato con pequeña alteración (madre que no habla el idioma, para hacer el asunto más doloso, y niño que hace de intérprete); hago lo mismo, digo que es MENTIRA y, cómo no, se me echan encima sin tardar un minuto, un par de usuarios de la red social para afearme mi incredulidad frente a la invasión extranjera que nos roba nuestros recursos ante el silencio de la administración que lo hace para conseguir votos (¿de quiééénnn?). Me tomo el tiempo de leer algunos de los casi ocho mil comentarios que tiene este hilo de Facebook, en su inmensa mayoría racistas hasta la náusea. Alguien dice, sin asomo de sarcasmo, que la horda migratoria se la debemos a Rajoy, “el buen samaritano”. Y todo así. Resumiendo: no vamos a cobrar las pensiones porque este gobierno (del PP, por si alguien lo ha olvidado) se lo da todo a los inmigrantes, que vienen aquí a pasar el día en el bar y a vivir sin trabajar mientras los pensionistas pasan fatigas. Me lloran los ojos, en parte por los disparates supinos y en parte por las faltas de ortografía sangrantes.

Mientras se cuentan estas mentiras, la realidad mensurable y contrastable es que la semana pasada murieron al menos 49 personas en una patera cerca de Alhucema intentando llegar al continente, todos de origen subsahariano; sólo ha habido tres supervivientes. Según Amnistía Internacional, más de dos mil personas han muerto en las aguas del Mediterráneo Central en lo que va de 2017. Completaré esta información: más de dos mil personas que a nadie le importan. Esto con respecto a los que intentan llegar. Por lo que se refiere a los que ya trabajan aquí, hace unos días, trescientos inmigrantes, jornaleros del campo, denunciaban las condiciones laborales lamentables en las que se encuentran, sin acceso a instalaciones sanitarias y cobrando dos céntimos por lechuga arrancada lo que les obliga a hacer jornadas interminables para poder sacar lo mínimo para vivir. Y estos son los que tienen suerte porque los que no la tienen son retenidos en CIEs, auténticas cárceles encubiertas donde el único delito de los que hay allí encerrados es ser extranjeros, pobres y carecer de D.N.I.

Todo esto ocurre en la misma semana en que escuchamos al ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido (ministro del mismo PP que al parecer le regala los recursos a los inmigrantes), decir que las oenegés, las únicas que de algún modo palían tanto sufrimiento, "potencian o favorecen la migración irregular", como si en realidad las personas que huyen poniendo su vida en peligro al hacerse a la mar sobre frágiles embarcaciones, lo hicieran por los atractivos turísticos que Europa ofrece. Vale la pena destacar que según ACNUR, un altísimo porcentaje de los muertos en este Mediterráneo devenido en tumba de África, son niños y niñas. Y sin embargo, el ministro de Interior se dedica a criminalizar a las organizaciones que protegen a estas personas. Dice Paula Farias, de Médicos Sin Fronteras: "Las declaraciones de Zoido demuestran su ignorancia sobre lo que pasa en el Mediterráneo: estamos sacando del agua a la gente que deberían  rescatar  los Estados miembros". Vemos que la UE no hace frente a este problema, más allá de comunicados de buenas intenciones y pésames hipócritas cuando en alguna ocasión el horror de las muertes excede lo soportable. En este contexto, el ministro con sus palabras no hace más que alimentar y dar alas a la ola de xenofobia que amenaza con tragarse todo asomo de esa humanidad que en tiempos fuera seña de identidad de la vieja Europa.

Mentiras y más mentiras: mentiras de los racistas de a pie y mentiras de los racistas que nos gobiernan, mentiras deleznables que representan la vergüenza de pertenecer al género humano. Mentiras de un lado y de otro y en medio miles de muertos que a nadie le importan.



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