BIENVENIDOS AL DESIERTO DE MURCIA
Dedicado a Juan Alcaide
No, todavía no ha ocurrido pero estamos en el
camino para que el futuro atractivo turístico de la región sea su impresionante
desierto donde antes (pásmese, visitante) había una frondosa huerta. El desvío
del agua hacia áreas exógenas y la destrucción de la flora autóctona mediante
el entubamiento de acequias son el camino más corto hacia la desertificación.
Que el cambio climático es un hecho nos lo
está diciendo de forma elocuente ese colosal cubito de hielo llamado Larsen C
que se ha separado de la Antártida, el mayor iceberg de la historia desde que
se tiene registro. Por una parte la dependencia de combustibles fósiles y por
otra el modelo económico actual de puritita rapiña contra el planeta sin
importar las consecuencias, traen estos resultados a nivel mundial.
Todo tiene
que ver con todo y en nuestra región, tan alejada de la Antártida, ese mismo
modelo se verifica, entre otras cosas, en las continuas roturaciones que llevan
gigantescas plantaciones de lechugas y de cítricos a montes pelados, irrigados
merced al robo del agua. Podemos ver
desde el coche cuando viajamos hacia Alicante, Mazarrón o el Mar Menor, montes
aterrazados, eriales pespunteados de gomas de riego por goteo, nuevas
roturaciones cada día, que nos hacen preguntarnos cómo es posible que en este
trozo de desierto, donde las lagartijas llevan cantimplora, estén plantando
naranjos. A quién se le ocurre. Pues se les ocurre a los inventores de este
sistema, que tienen de tó menos de tontos: enormes tubos de hormigón conectados
a puntos estratégicos del río conducen el agua hasta zonas semi desérticas
previamente adquiridas por el valor de una bolsa de gominolas por inversores
bien asesorados. Para hacer este tema aún más triste, el actual Pacto del Agua,
que previsiblemente se firmará a final de este mes, es un paripé que no va a
conseguir que se cumpla la Ley y que se impida la «deslocalizacion del agua»,
es decir, que se impida regar nuevas roturaciones a decenas de kilómetros de
donde se encuentran las fuentes, dejando sin agua a los regadíos tradicionales
que siempre y por derechos ancestrales han hecho uso de la misma y que son los
que garantizan la estabilidad freática, la sostenibilidad ecológica y la biodiversidad
de los entornos, entre otras muchas
cuestiones. ¿Qué por qué es un paripé el Pacto del Agua? Pues porque deja fuera
a regantes, ecologistas y agentes sociales que puedan enmendar la plana a este
modelo que tanta plusvalía genera para unos pocos. Pero esos pocos sí se
encuentran representados en el Pacto del Agua, así que, sacad cuentas.
Como el modelo económico es de una injusticia
demoledora a todos los niveles, después esas lechugas del párrafo anterior
son arrancadas por temporeros inmigrantes
a razón de dos céntimos la pieza como hemos sabido hace un par de semanas.
Finalmente y para cerrar el círculo los millones de euros de beneficio espurio
conseguidos por esos avispados inversores viajan a las Islas Caimán o cualquier
otro destino más o menos exótico para evitar pagar los necesarios impuestos que
contribuyan al bien común. Mientras tanto, el mensaje machacón de los mass media, en manos de esos mismos
inversores o de amigos muy cercanos, es el de que la reivindicación ecologista
es una milonga y que los inmigrantes nos roban los recursos sociales y la
sanidad. Cuando en el futuro (si lo hay) se estudie nuestra época vamos a
quedar como la ciudadanía más entretenida y peor informada de todos los tiempos
con muchísima diferencia. Poco pan y mucho, pero que mucho circo.
Llegados a este punto, no me queda más que
añadir, tal y como se coreaba en las manifestaciones de los regantes molinenses
hace unos años: “Agua para los regantes y no para los mangantes”.
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