miércoles, 19 de julio de 2017

BIENVENIDOS AL DESIERTO DE MURCIA

BIENVENIDOS AL DESIERTO DE MURCIA

Dedicado a Juan Alcaide

No, todavía no ha ocurrido pero estamos en el camino para que el futuro atractivo turístico de la región sea su impresionante desierto donde antes (pásmese, visitante) había una frondosa huerta. El desvío del agua hacia áreas exógenas y la destrucción de la flora autóctona mediante el entubamiento de acequias son el camino más corto hacia la desertificación.

Que el cambio climático es un hecho nos lo está diciendo de forma elocuente ese colosal cubito de hielo llamado Larsen C que se ha separado de la Antártida, el mayor iceberg de la historia desde que se tiene registro. Por una parte la dependencia de combustibles fósiles y por otra el modelo económico actual de puritita rapiña contra el planeta sin importar las consecuencias, traen estos resultados a nivel mundial.

Todo tiene que ver con todo y en nuestra región, tan alejada de la Antártida, ese mismo modelo se verifica, entre otras cosas, en las continuas roturaciones que llevan gigantescas plantaciones de lechugas y de cítricos a montes pelados, irrigados merced al robo del agua.  Podemos ver desde el coche cuando viajamos hacia Alicante, Mazarrón o el Mar Menor, montes aterrazados, eriales pespunteados de gomas de riego por goteo, nuevas roturaciones cada día, que nos hacen preguntarnos cómo es posible que en este trozo de desierto, donde las lagartijas llevan cantimplora, estén plantando naranjos. A quién se le ocurre. Pues se les ocurre a los inventores de este sistema, que tienen de tó menos de tontos: enormes tubos de hormigón conectados a puntos estratégicos del río conducen el agua hasta zonas semi desérticas previamente adquiridas por el valor de una bolsa de gominolas por inversores bien asesorados. Para hacer este tema aún más triste, el actual Pacto del Agua, que previsiblemente se firmará a final de este mes, es un paripé que no va a conseguir que se cumpla la Ley y que se impida la «deslocalizacion del agua», es decir, que se impida regar nuevas roturaciones a decenas de kilómetros de donde se encuentran las fuentes, dejando sin agua a los regadíos tradicionales que siempre y por derechos ancestrales han hecho uso de la misma y que son los que garantizan la estabilidad freática, la sostenibilidad ecológica y la biodiversidad de los  entornos, entre otras muchas cuestiones. ¿Qué por qué es un paripé el Pacto del Agua? Pues porque deja fuera a regantes, ecologistas y agentes sociales que puedan enmendar la plana a este modelo que tanta plusvalía genera para unos pocos. Pero esos pocos sí se encuentran representados en el Pacto del Agua, así que, sacad cuentas.

Como el modelo económico es de una injusticia demoledora a todos los niveles, después esas lechugas del párrafo anterior son  arrancadas por temporeros inmigrantes a razón de dos céntimos la pieza como hemos sabido hace un par de semanas. Finalmente y para cerrar el círculo los millones de euros de beneficio espurio conseguidos por esos avispados inversores viajan a las Islas Caimán o cualquier otro destino más o menos exótico para evitar pagar los necesarios impuestos que contribuyan al bien común. Mientras tanto, el mensaje machacón de los mass media, en manos de esos mismos inversores o de amigos muy cercanos, es el de que la reivindicación ecologista es una milonga y que los inmigrantes nos roban los recursos sociales y la sanidad. Cuando en el futuro (si lo hay) se estudie nuestra época vamos a quedar como la ciudadanía más entretenida y peor informada de todos los tiempos con muchísima diferencia. Poco pan y mucho, pero que mucho circo. 

Llegados a este punto, no me queda más que añadir, tal y como se coreaba en las manifestaciones de los regantes molinenses hace unos años: “Agua para los regantes y no para los mangantes”.


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