MANDANGA NEONAZI
Hace tres
semanas escribí un artículo titulado “Fascismo cotidiano” (http://lacronicadelpajarito.com/blog/ramonalopez/2017/10/fascismo-cotidiano).
Me llovieron los comentarios como nunca hasta ahora. Muchos de apoyo; la
mayoría, es verdad. Pero un buen puñado también menos agradables. Alguien, no
encontrando qué decirme, me dijo simplemente "fascista tú", por
ahorrar tiempo. Iría con prisa, supongo. Pero hubo un comentario que me
sorprendió y que no había comprendido hasta ahora: me aconsejaba no ponerme
quisquillosa porque un poquito de fascismo no hace daño, siempre que no
moleste. Sí, yo también puse esa cara que estás poniendo tú ahora. Como decía, no lo he comprendido hasta esta semana, cuando
he visto la respuesta que han dado todos los sindicatos policiales excepto CCOO
frente a los insultos a Carmena y las expresiones de admiración a Hitler en un
grupo de Whatsapp de la policía de Madrid.
Deben pensar, como esa persona que me glosó, que un poquito de fascismo,
psss, no es para tanto, ¿a quién hace daño? A nadie que importe, ¿a qué persona
bien le importan los inmigrantes, buenos sólo para alimentar peces en el
Estrecho? Así que, si los chavales camelan pegarle a la mandanga neonazi, pues
déjalos, aunque esos chavales que amenazan de muerte a políticos, periodistas e
inmigrantes (el trío favorito de esta peña) sean los encargados al mismo tiempo
de su protección y la nuestra.
La ley
Mordaza con esto no se mete, no les debe parecer tan serio como los chistes
sobre franquistas muertos, igual que tampoco le parecieron graves las manifestaciones de ultras
exhibiendo la bandera pre-constitucional y saludando brazo en alto mientras
pedían para Artur Mas la cámara de gas y para Puigdemont el paredón, porque, al
parecer, si rima no es delito de odio; es, ya sabéis, una alegre serenata como
la que ofrecieron a Mónica Oltrà sin que la cosa haya tenido mayores
consecuencias. Esta semana ha sido detenido un tuitero por tuits celebrando la
muerte de Maza. No seré yo quien defienda tales comentarios, desde luego, pero
no debemos olvidar que los tuiteros no portan armas ni son los encargados de
detener a los malos.
La asimetría
es tan flagrante que aturde sobre todo teniendo en cuenta que estos
profesionales deben estar al servicio de todas las personas, independientemente
de las filias políticas de cada cual. Perdida la imparcialidad, ¿qué harían
estos policías si los llamaran porque en el desfile del orgullo gay, por
ejemplo, un grupo de ultras está repartiendo estopa? Supongo que los invitarían
a copas, al fin y al cabo son colegas. Y no quiero ni imaginar el supuesto de
que un senegalés fuera a la comisaría a denunciar un robo o una agresión y le
atendiera uno de estos. Se le queda a una el cuerpo un poquito así, regulero,
de pensar que estos sujetos que proponen “salir de cacería” son los mismos que
tienen que velar por nuestra integridad.
Los
sindicatos policiales, que hubieran debido pedir ellos mismos que se expedientara
a estos individuos sin dilación, consideran más grave el hecho de que
esos mensajes hayan salido a la luz que el propio contenido de los mensajes.
Para colmo, la persona que tuvo la valentía de denunciar estos whatsapps tiene
que estar de baja y con escolta porque las amenazas que está recibiendo son de
quitarle a uno el sueño de por vida. Me preocupa la presencia de descerebrados
entre los miembros de la policía, cómo no, pero me preocupa aún más el
inexplicable e inadmisible apoyo corporativo que están teniendo porque si estos
profesionales son los encargados de protegernos, ¿Quién nos protegerá de ellos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario