HAPPINESS
Empieza a abrirse paso con
fuerza una nueva definición de felicidad que ignora deliberadamente las
circunstancias objetivas de los individuos, basando el bienestar interior única
y exclusivamente en un acto volitivo. Tú puedes ser feliz si tú quieres,
sólo tienes que desearlo. Es más, si no eres feliz sólo tú serás responsable,
que lo sepas. Este pensamiento viene a decir que un ejecutivo en su despacho
calefactado del edificio Chrysler puede ser un completo desdichado mientras que
un huérfano en una favela de Brasilia, por ejemplo, puede ser feliz. Sólo
tienes que saber cómo, para lo cual se dan talleres de happiness coaching. Se acuñan nuevos conceptos: co-housing (compartir la casa), co-working (trabajo a tiempo parcial)
que te traerán la felicidad aunque nos hablen objetivamente de precariedad
laboral y social. El self-made man
devenido en self-happy man. El uso de
términos anglosajones es, como diría Ángel Sanchidrián, lo que le da calidad a
la película.
El neoliberalismo sabe que un ciudadano
feliz es más productivo y menos problemático. La reclamación de derechos sólo puede
proceder del malestar. Esta nueva noción de felicidad, emitida profusamente por
gurús TED, artículos en periódicos importantes, anuncios de televisión, es un
troyano destinado a instalarse en el cerebro de todos los usuarios de las redes
sociales, lo cual sólo deja fuera a la Tercera Edad, y convencerlos de que la
felicidad depende de ellos y si no son felices, es que algo habrán hecho mal.
Mansedumbre y culpa cristianas en un solo paquete. Si los ancianos quedan
fuera de este coaching envenenado es
porque, para una sociedad capitalista, lo mejor que pueden hacer los viejos es
morirse pronto puesto que ya no son productivos. Esto lo dijo Christine Lagarde
sin empacho ninguno, como si ella tuviera quince años, de donde podemos colegir
que no estorban los ancianos sino, más específicamente, los ancianos pobres;
los ricos pueden vivir lo que les dé la gana, que para eso son ricos, y después
ser enterrados en cajas de seguridad suizas como nuevos faraones. Es la
reedición 2.0 de la resignación cristiana; renovación necesaria en estos
tiempos en que la feligresía no acude a la iglesia más que para bodas y
funerales.
Esta idea básica (si no eres
feliz es porque no quieres, no puedes culpar a un trabajo penoso, a un
encarecimiento del nivel de vida, a una destrucción del estado de bienestar, en
resumen, a nada que quede fuera de ti) es desarrollada en forma de teoría
científica, con experimentos, gráficas y científicos de bata blanca. Como si lo
colectivo no existiera, crece en un medio neoliberal de individualismo
militante. Tomemos como ejemplo un anuncio televisivo de infusiones, que nos
anima a practicar el “yoísmo”. El spot reza así: “Hornimans presenta El Yoísmo,
un movimiento para dejar de pensar tanto en todo y empezar a pensar más en ti”. Se toma una idea de perogrullo (la felicidad
no reside en cosas materiales, si no que está en nuestro interior) y se
desarrolla en el mismo ámbito del thatcherismo, que negaba el concepto de
sociedad (There isn't such a thing as
society, dijo Margaret en su momento) y sólo reconocía la existencia del
individuo o como unidad colectiva máxima, la familia, dejando así al ser
humano solo en medio de una sociedad depredadora que niega la pertinencia de
toda lucha social ya que, como hemos venido diciendo, la felicidad está en tu
interior.
Esta idea es, por tanto, el
marco de referencia para un cambio de paradigma. La colectividad, la lucha
social, la construcción de una sociedad cooperativa y solidaria son cosa del
pasado. Recuerda, sólo importas tú y tu felicidad está en tu interior, vuelca
tu energía en esa búsqueda porque ese es el nuevo paraíso en la tierra. Busca
tu chute de autocomplaciencia y todo irá bien, aunque el mundo se desmorone a
tu alrededor. Es la nueva metadona social, un mundo donde sólo tú existes y
solo tú importas, un mundo solipsista.
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