lunes, 1 de enero de 2018

HAPPINESS

HAPPINESS

Empieza a abrirse paso con fuerza una nueva definición de felicidad que ignora deliberadamente las circunstancias objetivas de los individuos, basando el bienestar interior única y exclusivamente en un acto volitivo. Tú puedes ser feliz si tú quieres, sólo tienes que desearlo. Es más, si no eres feliz sólo tú serás responsable, que lo sepas. Este pensamiento viene a decir que un ejecutivo en su despacho calefactado del edificio Chrysler puede ser un completo desdichado mientras que un huérfano en una favela de Brasilia, por ejemplo, puede ser feliz. Sólo tienes que saber cómo, para lo cual se dan talleres de happiness coaching. Se acuñan nuevos conceptos: co-housing (compartir la casa), co-working (trabajo a tiempo parcial) que te traerán la felicidad aunque nos hablen objetivamente de precariedad laboral y social. El self-made man devenido en self-happy man. El uso de términos anglosajones es, como diría Ángel Sanchidrián, lo que le da calidad a la película.

El neoliberalismo sabe que un ciudadano feliz es más productivo y menos problemático. La reclamación de derechos sólo puede proceder del malestar. Esta nueva noción de felicidad, emitida profusamente por gurús TED, artículos en periódicos importantes, anuncios de televisión, es un troyano destinado a instalarse en el cerebro de todos los usuarios de las redes sociales, lo cual sólo deja fuera a la Tercera Edad, y convencerlos de que la felicidad depende de ellos y si no son felices, es que algo habrán hecho mal. Mansedumbre y culpa  cristianas en un solo paquete. Si los ancianos quedan fuera de este coaching envenenado es porque, para una sociedad capitalista, lo mejor que pueden hacer los viejos es morirse pronto puesto que ya no son productivos. Esto lo dijo Christine Lagarde sin empacho ninguno, como si ella tuviera quince años, de donde podemos colegir que no estorban los ancianos sino, más específicamente, los ancianos pobres; los ricos pueden vivir lo que les dé la gana, que para eso son ricos, y después ser enterrados en cajas de seguridad suizas como nuevos faraones. Es la reedición 2.0 de la resignación cristiana; renovación necesaria en estos tiempos en que la feligresía no acude a la iglesia más que para bodas y funerales.

Esta idea básica (si no eres feliz es porque no quieres, no puedes culpar a un trabajo penoso, a un encarecimiento del nivel de vida, a una destrucción del estado de bienestar, en resumen, a nada que quede fuera de ti) es desarrollada en forma de teoría científica, con experimentos, gráficas y científicos de bata blanca. Como si lo colectivo no existiera, crece en un medio neoliberal de individualismo militante. Tomemos como ejemplo un anuncio televisivo de infusiones, que nos anima a practicar el “yoísmo”. El spot reza así: “Hornimans presenta El Yoísmo, un movimiento para dejar de pensar tanto en todo y empezar a pensar más en ti”.  Se toma una idea de perogrullo (la felicidad no reside en cosas materiales, si no que está en nuestro interior) y se desarrolla en el mismo ámbito del thatcherismo, que negaba el concepto de sociedad (There isn't such a thing as society, dijo Margaret en su momento) y sólo reconocía la existencia del individuo o como unidad colectiva máxima, la familia,  dejando así al ser humano solo en medio de una sociedad depredadora que niega la pertinencia de toda lucha social ya que, como hemos venido diciendo, la felicidad está en tu interior.

Esta idea es, por tanto, el marco de referencia para un cambio de paradigma. La colectividad, la lucha social, la construcción de una sociedad cooperativa y solidaria son cosa del pasado. Recuerda, sólo importas tú y tu felicidad está en tu interior, vuelca tu energía en esa búsqueda porque ese es el nuevo paraíso en la tierra. Busca tu chute de autocomplaciencia y todo irá bien, aunque el mundo se desmorone a tu alrededor. Es la nueva metadona social, un mundo donde sólo tú existes y solo tú importas, un mundo solipsista.


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