LOS HIJOS DE JUANA RIVAS
La
sentencia condenatoria contra Juana Rivas, que no ha tenido en cuenta los
antecedentes de violencia doméstica, tiene todo el aspecto de ser una condena más
que ejemplar, ejemplarizante. Esto es, quiere ser un aviso a navegantes, o más
bien a navegantas. Es una advertencia para todas de que si se desobedece la ley,
aunque sea en defensa propia, hay ciertos jueces a quienes no les va a temblar
la mano a la hora de impartir su particular visión de la justicia. Va, en
cierto modo, en el mismo sentido que la decisión judicial de excarcelar a La Manada.
A los jueces no les ha parecido tan grave que cinco hombres violen a una chica
de dieciocho años (están en la calle y en este corto lapso uno de ellos intentó
sacarse un pasaporte, otro ha sido detenido por robo y violencia) como que una
mujer maltratada huya de su maltratador, llevándose a sus hijos. El patriarcado
nos está haciendo una demostración, vía judicial, de quién lleva aquí los
pantalones. Es un tour de force, un pulso, un puñetazo sobre la mesa. La sacudida que
supuso la masiva manifestación del ocho de marzo de este año es respondida de
este y otros modos por el machismo imperante. No en vano la judicatura es un
órgano eminentemente masculino que se emplea a fondo en seguir siéndolo. Echad
un vistazo a la foto de la apertura de cualquier año judicial: ni una mujer.
Las leyes
no están esculpidas en piedra ni los jueces son Moisés descendiendo del monte
Sinaí. La ley tiene un margen de interpretación que permite a los jueces
expresar su carácter, su opinión y, por supuesto, su posicionamiento político.
No nos debe caber ninguna duda a este respecto. En los casos de estas
sentencias, la judicatura deja claro cuál es su postura en relación a la igualdad
entre sexos en general y a la violencia de género en particular. Para ello, no tienen
reparo en pasar por encima del bienestar de dos niños. Hay una forma de
maltrato hacia la mujer que consiste en dañar a sus hijos. Hemos visto en
muchas, demasiadas ocasiones, cómo el padre mata a los niños en venganza contra
la madre. Los casos son muy numerosos, de entre ellos el caso Bretón fue,
quizás por su crueldad, el más mediático. Los hijos de Juana Rivas no han sido
tenidos en cuenta a la hora de emitir está sentencia más que para hacer la
condena aún más dolorosa a la madre. Estas son palabras de la Asociación de
Mujeres Juezas: "Partiendo del absoluto respeto a todas las decisiones
judiciales, la gravedad y trascendencia de las penas impuestas resulta
evidente, pues con ellas no se condena solo a la acusada, sino a dos hijos a
perder el vínculo con su madre, a pesar de que todos los informes de
especialistas, incluido aquél en el que se apoya la sentencia, confirman
una relación positiva y vinculante entre los menores y su
progenitora"(*).
La justicia
procede del pueblo, no emana de un dios del Antiguo Testamento ni es
administrada por un patriarca bíblico (aunque muchas veces así lo parezca), por
eso la gente opina ante determinadas sentencias que ofenden todo sentido de
justicia y equidad. Una parte de la judicatura se queja de que se emitan
juicios de valor sobre sus decisiones. Este titular salió en prensa hace unas
semanas: "750 jueces firmaron un manifiesto hace pocas fechas en las que
manifestaban sentirse presionados porque la sociedad y los políticos opinaban
sobre las sentencias”. Pues claro que opinamos, cómo no vamos a opinar sobre
una justicia con una balanza que, lejos de ser imparcial, tiene un juego de
pesas trucado. Una cosa es respetar las decisiones judiciales, que de hecho se respetan,
de lo contrario la gente se estaría amotinando, y otra muy distinta comulgar
con ellas. Con estas expresiones de malestar no se pretende cambiar las
decisiones judiciales, lo que se persigue es cambiar las leyes, pues sabemos
que las leyes no se cambian sin presión social. Hay sentencias frente a las que
no se puede una quedar callada. Esta es una de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario