EL
PREGÓN DEL RACISMO Y LA IGNORANCIA
El
pregón de las fiestas patronales de la localidad donde vivo y trabajo, Molina
de Segura, me ha avergonzado hasta la médula. Es un ejemplo de manual de cómo
el racismo y la ignorancia siempre van de la mano y no va el uno donde no va la
otra. Y un indicativo de cómo el racismo y la ignorancia pueden hacer todo el
daño del mundo a la verdad y a la convivencia. Discursos como este avivan el
odio, arman a los racistas y rompen las relaciones vecinales, señalando al
pobre como el culpable de los males de la sociedad. La coalición municipal
debería dar explicaciones de por qué se encarga el pregón del pueblo a este
señor. El pregón lo suele dar alguien representativo del municipio y según
esto, en el pueblo avanzan, como una amenaza, el racismo y la ignorancia ante
el aparente desconocimiento de la corporación municipal.
El
pregón de Perico el Colorao quedará como ejemplo de bochorno insuperable para
nuestro pueblo. No me voy a meter con la inoportunidad de hacer campaña a favor
de la ultraderecha aprovechando que te dan el micrófono para hacer el pregón
porque, con ser grave, no es lo peor: lo peor es el contenido, los disparates,
las mentiras, las mamarrachadas. Y sobre todo y por encima de todo, la incultura
suprema y el regodeo en la propia ignorancia.
Es un
pregón donde se desgranan uno a uno todos los elementos que forman parte del
discurso de la xenofobia de los últimos tiempos: los inmigrantes nos roban,
abusan de nuestra Seguridad Social, viven de las subvenciones, las ONG trafican
con seres humanos. Vamos, no le falta un perejil.
Pero
él va más allá, él no habla de inmigrantes sino de “negros”, que además se
llaman todos “Malú, Malá, Malú, Malá”. No cabe mayor complacencia en la propia incultura,
haciendo burla de los nombres de los
extranjeros, como si en lugar de un anciano venerable fuera un adolescente con
acné. A las burlas siguen las mentiras pues no tiene empacho en decir en
público que los negros tienen, todos,
en el bolsillo el teléfono del Inspector de Trabajo para denunciar a los
empresarios agrícolas. No sé por qué no ha dicho que tienen todos el teléfono
de, qué sé yo, Pedro Sánchez; puestos a mentir, que sea a lo grande. Dice que
los negros son, todos, unos expertos
en falsear documentación. Lo raro es que, con todos estos conocimientos, estén
ahí, arrancando lechugas a céntimo la pieza cuando podrían estar protagonizando
movidas tipo Ocean’s Eleven.
Para
este esclarecido experto en inmigración y subvenciones, las ONG “se traen a
personas que están a doscientos metros de la costa”. Hace gala de no saber lo
que significa ONG porque, según él, “las siglas y los cuernos para quien los
pone”, qué gracejo el de este hombre, que cosa tan natural y divertida, el
público lo jalea, se ríe, así que, con un vulgar chiste, ya tenemos el trabajo
de Open Arms por los suelos. O sea, no sabe lo que significa ONG pero sí sabe
que trafican con personas. Y todos convencidos.
Inmediatamente
vincula a las ONG con los manteros y a los manteros con la delincuencia, una
conexión tan sencilla como el chiste del párrafo anterior. Igual de poco
fiable, claro, pero ahí tienes ya al público en el bolsillo y persuadido de que
el senegalés que se acerca a vender collares mientras tomamos un refresco en
una terraza durante las fiestas de nuestro pueblo, es el enemigo.
Es posible
que Perico el Colorao sea menos ignorante de lo que aparenta, es posible que
ese disfraz de medio tonto, medio listo, convenga a sus intereses. Es así como
el fascismo coloniza el tejido moral de nuestra sociedad. Los discursos
carentes de complejidad son los que más rápido llegan al público, aunque estén,
como es el caso, cargados de mentiras, de odio y de racismo. Por eso son los
más peligrosos.
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