LAS MUJERES BAJO SOSPECHA
Para el patriarcado la mujer, para ser decente, debe carecer de deseo sexual, de lo contrario es una puta. Por eso las mujeres siempre estamos bajo sospecha. Habrá quien piense que eso era antes, antiguamente, cuando el valor de una mujer en sociedad se medía por su observancia de las leyes impuestas por el machismo: pertenecer a un solo hombre, no destacar, guardar silencio, no exponerse públicamente, ser una buena madre y esposa, etc., etc. Pero, sin embargo, aún hoy, si una mujer asciende en su trabajo a un puesto superior, no suele faltar quien cuchichee a sus espaldas: ¿con quién se habrá acostado? Si un hombre promociona es por su valía, si una mujer promociona puede ser por otras cosas, la sospecha está siempre ahí. Nadie piensa que un hombre haya tenido que ofrecer sus favores sexuales para favorecer un ascenso, entre otras cosas porque los puestos de toma de decisión suelen estar copados por hombres. El testigo de poder se pasa de un hombre a otro: la maquinaría de la fratría está perfectamente engrasada. La de la homofobia también: no existe en el imaginario colectivo la presunción de que un hombre se acueste con otro para acceder a un puesto, sería algo que degradaría a ambos. En el caso de la mujer, solo se degrada ella, él gana puntos en la escala de machote.
La riqueza del castellano ofrece numerosos ejemplos de esa sospecha constante a la que nos referimos:
Zorro: espadachín justiciero; zorra: puta.
Perro: mejor amigo del hombre; perra: puta.
Lobo: Hombre experimentado; loba: puta
Cualquier: fulano, mengano, zutano; cualquiera: puta.
Callejero: de la calle, urbano; callejera: puta.
Hombrezuelo: hombrecillo, varón mínimo, pequeñito; mujerzuela: puta.
Hombre público: personaje prominente; mujer pública: puta.
Golfo: pillo, holgazán; golfa: puta.
La retahíla anterior puede parecer una provocación más o menos ingeniosa, pero hay dolorosos ejemplos que la hacen cierta. Podemos ver un par de casos concretos recientes:
La ministra de educación, Pilar Alegría, ha sido objeto por parte de la oposición (Pp, Vox, SALF) durante su comparecencia por el caso Koldo de ofensas abyectas únicamente por el hecho de ser mujer. Ha sido interpelada en sede parlamentaria con frases como: “¿sería capaz de distinguir a una mujer que ejerce la prostitución?” y en redes con invectivas del tipo: “Alegría y otras putas del montón”. Y de ahí para arriba, en una escalada en la vileza y la ruindad, incluyendo la acusación de “ponerse de rodillas frente a Ábalos” para conseguir su puesto en el gobierno.
Todo ello al hilo de una pretendida fiesta descontrolada, con supuesta furgoneta de prostitutas y destrozo de habitación incluidos, organizada en el Parador de Teruel por Ábalos. Fiesta cuya existencia han negado tanto el director del hotel como el presidente de Paradores y de la que no hay ni una sola prueba. Que el caso Koldo sea un tema de corrupción inaceptable que afecta al gobierno no significa que todo lo que se diga sobre ello sea verdad. Porque todo este caso se ha convertido en una fábrica de fake news y ya sabemos quiénes son los expertos en extender bulos.
En esta ocasión, la estancia de Ábalos en el Parador, que coincidió con la de Pilar Alegría y Javier Lambán, ha sido convertida en un delirio de desenfreno para los que se dedican al negocio de la mentira. Pero ¿quién está bajo sospecha? Exacto, ella, la ministra, la mujer. Javier Lambán no ha sido ni insultado ni llamado a declarar. Lambán no es sospechoso de nada; por favor, la fratría respeta sus códigos también incluso entre adversarios políticos.
El caso Alvés es otro en el que, con la absolución del acusado, que había sido condenado a cuatro años y medio de prisión, la sospecha ha recaído una vez más sobre la víctima, sospecha de haber accedido a un encuentro sexual y después denunciarlo como violación. El TSJC al que apeló la defensa de Alvés, consideró que el dictamen original presentaba "vacíos, imprecisiones, inconsistencias y contradicciones sobre los hechos" dictaminando finalmente la absolución del futbolista.
Ha sido este un caso casi de libro en lo que se refiere a los pasos a seguir ante una violación: la mujer denunció inmediatamente, se puso en marcha el protocolo antiagresión, había testigos, había grabaciones, la víctima sostuvo todo el tiempo la misma versión ante el juez mientras que el acusado la cambió hasta en tres ocasiones. Además, ella no apareció en medios en ningún momento y renunció a la indemnización que le correspondía para dejar claro que solo reclamaba justicia. A pesar de todo lo anterior, él recurrió y ha salido absuelto. Se denuncia poco y nos preguntamos por qué. La sospecha es una tela de araña en la que no todas las mujeres están dispuestas a enredarse. La otra opción es el silencio. Se cierra el círculo
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2025/06/05/mujeres-sospecha-118239972.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=btn-share