De las
cosas más tontas que he oído en mi vida una es la de yo no me meto en política,
y últimamente la oigo con bastante más frecuencia, seguramente por la urgente
necesidad de posicionarnos, tomar partido y en general hacer algo que la
realidad social nos demanda. Aquí , el que no se mete en política está
diciendo: a mí dejadme tranquilo que si no he hecho nada nunca a ver por qué lo
voy a hacer ahora. Pues bien, el que no se mete en política está haciendo
política y además una muy peligrosa: la política de hacer dejación de sus
funciones como ciudadano o ciudadana. La política de dejar en manos de otros
cosas que a él también le competen. La política no es ni más ni menos que la
forma de ordenarnos en sociedad. Por lo tanto algo tendremos todos que decir y
hacer, en un sentido o en otro, a menos que seas un ermitaño, claro. Si tú no haces
política, no te preocupes, otro la hará por ti. Pero claro, cuando la carretera
parezca un camino de cabras, el centro de salud no funcione y no haya cole para
tu hijo tendrás que pedirle las explicaciones a la virgen de tu pueblo. Supongo que si en Islandia han conseguido
entrullar a los verdaderos culpables de
su crisis es porque son cuatro gatos los islandeses, lo sé, pero también porque
han presionado y participado, porque les han pedido explicaciones a sus líderes
y porque se han portado como ciudadanos responsables. Y con lo de meterte en
política no digo ir a votar cuando toca, digo implicarte en lo que haya a mano:
el partido político, el ampa, cáritas o la comisión de fiestas. Seguramente si
tuviéramos una sociedad civil activa, participativa, reivindicativa, no
hubiéramos llegado a estos extremos. Pero nunca es tarde.
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