sábado, 2 de marzo de 2013
UÑAKI UÑANGARÍN
Acabo de oír en la tele una cosa que me ha dejado con las patas colgando. Llevar las orejas siempre puestas tiene eso, que oyes de tó. El Uñangarín y su socio tenían una asociación para niños discapacitados que recibió donaciones, de las cuales ellos se quedaron para gastos de gestión con 600 mil euros y les dieron a los discapacitados 800 euros, que con eso ya una comida por lo menos se pagan, si no son muchos. Como diría mi Juanito, qué ascazo. Estos no se paraban ante nada. Pero esto tiene otra lectura. Nosotros como ciudadanos hemos permitido que haya una persona que esté por encima de los demás y ni siquiera sea responsable ante la ley: el rey, y por ende su familia. Y es que creo que no debe haber medias tintas en temas tan básicos: o somos todos iguales (y todos significa todos sin excepción) o terminamos admitiendo cosas como ésta. Que al Uñaki las autoridades le den dinero por su real cara literalmente, con todo lo que ello conlleva. La izquierda ha sido muy blanda con este tema (el rey es campechano, son unos buenos embajadores, un presidente de república nos costaría lo mismo…) y no se puede ni se debe ceder al negociar un pilar básico de la convivencia: la igualdad.
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