RAZZIAS
Las
razzias capitalistas se multiplican, lanzándose al mismo tiempo contra lo
privado y contra lo público.
La, para
el capitalismo, sacrosanta propiedad privada tampoco se respeta para los
pobres, el banco les quita la casa (¿eso no era lo que hacía el comunismo?). La
única propiedad privada que se respeta es la de los ricos. Los pobres no tienen
derecho, no ya a “propiedad” pública (o sea, al uso de lo público), ni siquiera
a propiedad privada. Mediante un mecanismo propio de trileros el capital se hace
con la propiedad privada de las personas y también con la propiedad pública de
la que, paradójicamente abominan, a menos que sea para hacerse con ella de modo
espurio gracias a la connivencia del poder económico y el político, alzándose
así con el santo y la limosna, robando otrora inalienables derecho sociales
como son los de vivienda, salud y educación. La clase de tropa se ve apabullada
por un ataque masivo que amenaza al mismo tiempo la escuela, el centro de salud
y la propia casa, el refugio último, dejando a la ciudadanía en la intemperie
más desoladora. En este contexto, cómo nos va a extrañar que haya suicidios.
Sólo nos queda la protesta, que en este momento también está amenazada con
penas hasta de cárcel.
La
democracia en manos del capital es una cáscara vacía, una palabra sin
significado, un trapo con el que el mago hace su truco de magia.
Para
que esto se pueda llevar a cabo con éxito ha habido un ataque primero constante
y profundo, el rayo que no cesa, razzias del neoliberalismo: el ataque a la
razón y al pensamiento crítico administrado entre telediarios cargados de
información falsa para confundir y telebasura más fútbol para anestesiar. Y el
que crea que exagero, que se acuerde de
RTVV. Y el que crea que ese modelo no es extrapolable a otras cadenas, que se
lo haga mirar con algún médico, que tanta ingenuidad no puede ser buena.
La
sociedad, enajenada, se ha dejado robar literalmente por aquellos a los que
eligió en las urnas. Y de forma estúpida y bobalicona les volverá a votar en
las próximas. Ojalá me equivoque, que no es que le saque yo mucho partido a
este oficio mío de profeta, pero sé que no me equivoco, sé que los borregos
(esa mayoría silenciosa…) le seguirán votando al lobo.
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