¡ASÍ NO, AL REVÉS!
Cuando mi hija Tere era pequeña y se enfadaba gritaba una
frase casi jeroglífica porque no acertábamos con su significado, gritaba:
"¡así no, al revés!". Bueno, pues yo hoy estoy enfadada y quiero
gritarle eso mismo a la izquierda de este país. Así no, no se pueden hacer
treinta grupos de izquierda distintos, y si se hacen, por favor, hagamos que
confluyan, hagamos un frente único de izquierdas con un programa de mínimos, de
lo contrario no vamos a ningún lado, esta lección ya nos la enseña la historia,
ya la deberíamos tener aprendida puesto que somos tan leídos y hasta tan
escribidos. Puesto que tenemos más puntos de confluencia que de divergencia,
hagámoslos valer: la atomización de la izquierda es la fuerza de la derecha. No
nos convirtamos en pequeños reinos de Taifas. Si la izquierda se divide es
porque se trata de un ideario que surge de la reflexión y por tanto hay tantas
izquierdas como cabezas pensando, lo raro es que no hayan más. La derecha por
el contrario es poco intelectual y muy práctica: se une por interés. Pues
copiemos por una vez a la derecha en esto, tenemos un interés común de vital
importancia: recuperar nuestro futuro. Cada vez que surge un nuevo partido de
derechas, como ahora el de Ortega Lara o en las últimas autonómicas el de Mario
Conde, yo lo celebro porque pienso: " bien, ya empiezan a
fragmentarse". Y por el contrario, cada vez que veo que surge un nuevo
grupo de izquierda, no lo puedo remediar, se me pone el lomo como un serrucho.
Esto es una lucha y en la guerra hay un principio inamovible: divide y
vencerás. Y si lo pones en reflexiva: divídete y te vencerán. No nos dividamos,
que nos va la vida en ello. La izquierda debe ser todo lo generosa que pueda
para hacer un programa de mínimos y un
frente común que incluya todos los grupos políticos y movimientos sociales. Y
digo que debe ser generosa porque tiene que dejarse de reproches, de
personalismos, de pedir cuentas unos grupitos a otros y de apelar a la pureza
ideológica. De lo contrario la izquierda perderá el tren de la historia y
dejará al pueblo abandonado durante otro par de décadas al albur del
capitalismo, mientras discutimos si son galgos capitalistas o podencos
neoliberales los que nos muerden los talones. No nos puede faltar altura de
miras y no nos podemos dedicar a mirarnos el ombligo ideológico porque estamos
en una situación de emergencia. Y no es que yo sea precisamente partidaria del
pensamiento único, todo lo contrario.
Hace 30 años cuandoThatcher comenzó junto a Reagan la
revolución conservadora que nos ha traído hasta aquí, ella repetía sin cesar:
there is no alternative (T.I.N.A.). Y se lo creyó todo el mundo, se lo creyeron
hasta los Trade Unions. Y no hubo alternativa. Pero no porque no la hubiera
sino porque se lo creyeron todos y pusieron en marcha una especie de profecía
autocumplida colectiva. Pues hagamos lo mismo pero al revés, gritemos que sí
hay alternativa, que el futuro no está escrito, que el futuro es nuestro. Mi
voz es muy pequeña, hoy siento que mi voz es muy pequeña y me lamento, me
gustaría tener más voz, me gustaría poder gritar mucho, mucho más alto: sí se
puede, sí hay alternativa, sí hay futuro, el futuro es nuestro.
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