REVOLUCIÓN FRANCESA
Me acabo de sentar a trabajar. Mientras esperaba a la
canguro de mi hija me pongo la tele, un poquico de Anarrosa: el presidente
francés Hollande presenta ante la prensa unos recortes de 50 mil millones de
Euros. Me faltan dedos para contarlos, como cuando mi hija Tere me dijo,
sacando tres deditos : yo tengo tres años, ¿y tú, mamá?, yo cuarenta y tres; y
ella me contestó: ¿a ver los dedos?. Pues eso, que me faltan dedos. Repito, 50
mil millones de Euros. Por muchas veces que lo diga no consigo que la cifra
encaje en mi cerebro, será que soy de letras. Bien, pues durante la rueda de
prensa, ¿cuál es la primera pregunta que le hacen al señor presidente los
avispados periodistas franceses?. Pues sí, que con quién se acuesta. Con una
pregunta algo más elegante, desde luego, para eso son franceses: querían saber
quién es este momento la primera dama. ¿Alguien había pensado que los franceses
eran más listos, más revolucionarios, más formados, más avanzados que
nosotros?, pues para que lo sepamos: la estupidez une a los pueblos. En este
momento de involución total en todos los órdenes, lo que viene a provocar una
pequeña revolución francesa es con quién se estará acostando el presidente del
gobierno. Me reiría si no fuera porque estamos nosotros bastante peor que
ellos. Porque no hace falta ya decir de qué ha tratado la tertulia de Anarrosa:
no ha sido a qué partidas afectará el recorte, ni cuánto se estima que
retrasara la salida de la crisis este nuevo hachazo al presupuesto, ni si
esperan huelgas o incluso revueltas a la alemana debido a este nuevo paso atrás
en la recuperación. No, nada de eso, tenían algo mucho más jugoso a lo que
hincarle el diente: la nueva novia es actriz y además dieciocho años más joven
que el presidente y además etcétera porque ya he apagado la tele. Esta es la
línea editorial de Telecinco, nada nuevo, no es que me extrañe ya de cosas como
ésta. Lo que no me esperaba es el telecinquismo de la prensa francesa, la
verdad.
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