EMERGENCIA EN EUROPA
La espectacular emergencia del fascismo en Europa pone a
Europa en situación de emergencia. Tanta alegría como me da el alucinante debut de Podemos y la subida de IU
y de Equo, en la misma medida me da miedo el avance de la ultraderecha europea.
Es el momento de que la izquierda se una para poner freno al fascismo porque
estamos como en la República de Weimar, sólo que ahora estamos avisados: no
tenemos excusa.
Estas elecciones europeas, tal y como ya preveíamos, han
sido muy reveladoras. Imaginábamos que el PP y el PSOE se hundirían, aunque no
sabíamos si el barro (por no nombrar otra sustancia de parecida textura y color)
les llegaría hasta las rodillas o hasta el cuello, y ahora vemos que si no les
llega al cuello al menos les queda bastante más arriba de la cintura. No sin
razón hablaba Felipe González durante la campaña de la posibilidad de una gran
coalición PPSOE que terminaría de colocar todos los términos en su sitio,
y que sería finalmente llamar a las
cosas por su nombre verdadero. Mi madre, que no entiende de política pero que
tiene muchísimo sentido común, nos pregunto qué era eso de la coalición y
cuando se lo explicamos ella concluyó: “o sea que eso sería hacer un partido
con las heces de los otros dos”. No puede haber una explicación más acertada y
descriptiva.
Pero vuelvo a lo que me preocupa y que es el ascenso de
la ultraderecha en Europa, por suerte no en España porque aquí el PP recoge a
todo el espectro (en ambos sentidos del término) de recorrido de la derecha, y
es que eso tiene su parte buena y su parte mala, su haz y su envés, y Vox se ha
pegado un batacazo porque para ultramontano ya está Cañete. Recojo las palabras
que leí ayer a José Daniel Espejo al respecto de ese más que preocupante
incremento del fascismo: la izquierda europea tiene que plantearse qué ha hecho
mal para que los olvidados, los desesperanzados, los parias de la tierra, vean
como referente al fascismo y no a la izquierda, que se supone que es la
defensora natural de esta capa de la sociedad, la defensora de la clase obrera.
Se me ocurren así de pronto varias cosas: el populismo de la ultraderecha
frente al intelectualismo la izquierda, la institucionalización de cierta
izquierda que ha terminado por hacerla inoperante y por hacer que la gente la
identifique finalmente con los partidos en el poder… En fin, que a esto hay que
darle muchas vueltas y buscarle la solución. Empieza el brainstorming.
Pero una cosa nos tiene que quedar muy clara: frente a
esta ola de fascismo y de olvido la izquierda DEBE ser la memoria de este
jodido continente sin memoria. Y yo lo repetiré una y mil veces, lo repetiré
mientras me quede voz (o dedos para mecanografiar): necesitamos un frente común
de izquierdas, es necesario, es urgente. Es una emergencia.
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