TARJETAS FANTASMAS
He llegado tarde, están ya todos los chistes cogidos:
- TarJETAS: esto se venía venir, el sustantivo
ya nos está dando pistas.
- Quién
no se ha ido un fin de semana y de que ha echao mano se había pulido 15
millones. Le pasa a cualquiera
- Estos
payos se van de hoteles caros, vino de marca, tías buenas… y las fantasmas son
las tarjetas. Ya.
Pero si nos ponemos serios, si nos ponemos serios de verdad, se nos abre la
navaja en el bolsillo. A mí me pasa y me da miedo. Es lo que menos me gusta de
todo este potaje de sentimientos que se componen de rabia, frustración, decepción,
asco… Y ganas de tundir a hostias a alguno, el que sea, el que más cara de
chorizo tenga, el que más dinero se haya ventilado. O directamente a Martínez-Pujalte
del PP, para quien, al parecer, todo esto se sabía ergo es normal ergo no es
delito, qué va a ser delito pulirse los dineros públicos, hombre, pa eso están,
en qué país vivimos, tener que aguantar que la gente pregunte por los gastos en
sus cosicas de directivos, ejecutivos, políticos, jefes de patronal, jefes de
sindicatos y cabrones procedentes de diversas ganaderías. Andar y meteros en
vuestras cosas, desgraciados. Y poned vuestra atención en lo que realmente
importa: que el de la coleta es un bolivariano, que los inmigrantes os quitan
los trabajos y que se va a romper España, y vosotros ahí, venga a preguntar que
dónde han ido a parar unas decenas de millones de euros. Por qué poco os
sofocáis, y es que sois unos miserables muertos de hambre. Quién os va a dar a
vosotros una de esas tarjetas que tanto molan. Hatajo de envidiosos.
Pero se
les ve en la cara. De verdad, no me digáis que no se lo veis en esas caras de
sinvergüenzas satisfechos, amplias sonrisas de labios apretados mientras se
abrazan con sonoras palmadas viriles en la espalda para celebrar (en imágenes
de archivo) la fructífera trayectoria de SU banco. Y ahí es donde me sube la
bilis al galillo y las ganas desnudas de partirles la puta cara a hostias. Y
ahí es donde me empieza el miedo a mi propia reacción. Nos reímos con los
chistes de las tarjetas fantasma, pero esto hace tiempo que dejo de tener asomo
de gracia.
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