sábado, 27 de abril de 2024

BALANZA TRUCADA

 

BALANZA TRUCADA

Ese lawfare que al parecer no existía ha dejado en suspenso la presidencia del gobierno de España durante cinco días.  Cinco días de momento, porque a saber lo que ocurrirá después. La máquina de las especulaciones está en marcha a todo trapo, hagan sus apuestas. Estaremos atentos a la comparecencia del presidente el lunes 29 de abril, festividad de San Pedro mártir. Sí, yo también he flipado.

La ausencia del presidente agiganta su presencia como nunca antes la de nadie. Desde luego no podemos decir que Perrosanxe sea un sujeto previsible, llevamos ya varias tandas de sorpresas con él desde que renunciara a su acta de diputado para no facilitar la investidura de Rajoy.

Pedro Sánchez ha dirigido a la ciudadanía una carta con un contenido también sin precedentes, como todo lo que rodea este caso. En estos tiempos de tinderización de las relaciones, sorprende leer en su carta que se define como un hombre profundamente enamorado; muestra una vulnerabilidad inédita en política (y no solo en política), una vulnerabilidad que en el PP califican de infantilismo. Solo les ha faltado llamarle mariquita por mostrar sus emociones.

Es gravísimo el acoso al que han sido sometidos el presidente, su esposa y toda su familia, desde informaciones falsas sobre subvenciones que no existían hasta sobre una supuesta sauna gay, que qué tendrá de malo, pero ya sabemos por dónde van los tiros de las fake news fachas: nunca andan cortas de homofobia.

Ahora le ha tocado al presidente, pero esto no es nuevo, lo hemos visto antes y hubiera estado bien que el partido socialista hubiera reaccionado con más contundencia al ver caer políticos a su izquierda, víctimas de la misma ofensiva que ha impactado esta semana contra Sánchez. En este momento y sin pararme a pensar mucho me vienen a la cabeza Mónica Oltra y Alberto Rodríguez que se vieron obligados a abandonar la política por este mismo tipo de acoso. Después salieron exculpados, pero ya no están en política. Así es como se le retuerce el brazo a la voluntad popular, emanada de las urnas. Representantes políticos legítimamente elegidos son apartados de su ejercicio por supuestas maniobras judiciales fabricadas ad hoc. Y las bajas caen siempre del mismo lado. La conclusión inevitable es que el platillo derecho de la balanza está trucado.

Esta situación que vivimos ahora es muy grave. Pero sabemos que los presidentes vienen y van. Lo que es aún más grave es la sensación que puede tener la ciudadanía de que la judicatura influye en la política del país, que la separación de poderes es dudosa y que la justicia es arbitraria. Y si es arbitraria ya no es justicia.

Si ese lawfare puede alcanzar al propio presidente del gobierno, ¿qué podemos esperar los demás?, el sentimiento de indefensión frente a una justicia que percibimos volcada de forma flagrante a la derecha nos genera un descreimiento de la democracia. Y llegados a este punto, se cierra el círculo: ya han conseguido su objetivo. Porque quienes orquestan este tipo de campañas son antidemócratas con carné, nostálgicos de las dictaduras y cínicos de todo pelaje. Luego se hacen los ofendidos, pero ¿qué quieren que pensemos cuando un juez admite a trámite la denuncia de una organización ultra que es un recorta-y-pega de periódicos ultras?

Está claro que a quienes organizan estas campañas les sobra la pasta; andar todo el día tramitando denuncias a diestro y siniestro no sale gratis. Pero no trabajan en el vacío, aspiran a lograr un gobierno que favorezca sus intereses, que rebaje impuestos, que facilite exenciones fiscales a las grandes fortunas, que abarate el despido, que venda la sanidad y la educación públicas. Con un mínimo porcentaje de todo el parné que amasan llevan a juicio a políticos de izquierdas día sí y día también. Si no gobiernan ganando las elecciones, queman la baraja del juego democrático en los juzgados.

El presidente ha provocado un terremoto político y social con este movimiento tan sorpresivo como arriesgado, pero haciéndolo ha expuesto una práctica infame que manosea la justicia para devaluar la democracia. No sé cómo le saldrá ni lo que pagará o pagaremos por ello. Ojalá no nos hubiéramos visto enfrentados a esta situación, pero la verdad es que ya estaba bien. Ya iba siendo hora de pegar un manotazo a las piezas de esta partida amañada.

 

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