lunes, 24 de junio de 2013

EL PAÍS QUE NO INVIERTE EN EDUCACIÓN INVIERTE EN IGNORANCIA

EL PAÍS QUE NO INVIERTE EN EDUCACIÓN INVIERTE EN IGNORANCIA
Y la ignorancia sale infinitamente más cara a medio y largo plazo, como sabe todo el mundo. Creo que esto es algo que sólo ignoran los ignorantes, con el ministro de cultura a la cabeza. Ministro viene de minister, el que es menos, y maestro viene de magister, el que es más. Siguiendo este principio un maestro debería cobrar más que un ministro, y así debería ser porque el minister , etimológicamente al menos, es un servidor del estado, un servidor del pueblo y el magister es el depositario del saber, y el responsable de la educación de las generaciones futuras. Para mí no hay profesión que merezca más respeto que la de maestro, son los encargados de educar a nuestros hijos y tienen en sus manos la formación de las generaciones que nos sucederán, tienen en sus manos el futuro del país.
El coste de la ignorancia es altísimo, a nivel personal porque la persona no avanza, no se transforma, no se supera si no es con educación. A nivel general porque un país con bajo nivel de formación no avanza, ni se transforma ni se supera.
En la fiesta del fin de curso del cole de mis hijos me encontré con mi maestra de tercero. La saludé y le dije que había sido mi maestra cuando yo tenía la edad de mi hija, hace nada menos que cuarenta años. La buena mujer, que estaba allí para ver a su nieta actuar, no se acordaba (como para acordarse…) y me preguntó el apellido: “López”, checoslovaca, vamos. Pero tirando del hilo de la memoria logró al menos situarme. Me alegré mucho de verla.  Me siento muy agradecida a mis maestros y a mis maestras, me siento muy agradecida por la educación que he recibido. Y me siento muy agradecida también con las maestras y maestros de mis hijos. Por sus manos pasarán generaciones de niños, no tienen por qué acordarse de mis hijos dentro de unos años. Sin embargo mis hijos nunca les olvidarán, ni yo tampoco. Así que gracias maestros y maestras, gracias por haberme educado y haber hecho de mí la que soy. Gracias por educar a mis hijos, gracias por ayudarles, gracias por formarlos, gracias por proyectarlos hacia el futuro.  Gracias por elegir esta profesión y gracias por desempeñarla con entusiasmo, a pesar de la que está cayendo.

De verdad, de corazón, en mi nombre y en el de mis hijos: GRACIAS. 

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