INFANTA
No hay
tres reyes magos, hay cuatro. El cuarto es Juan Carlos de Borbón, que es un rey
mago de incógnito. Vino a traerle a España la transición, como regalo para que
todos fuéramos felices. Pero no ha querido decirlo hasta ahora porque es muy
modesto y le abruma el reconocimiento público. ¿Qué?, ¿Que no os lo creéis? ¿ Y
lo del dni de la infanta sí? Pues si nos creemos lo del supuesto trafullamiento
del dni de la infanta (cuyo número es 14-Z, como para confundirse, vamos) ya
nos podemos creer cualquier cosa. Como se dice vulgarmente, nos han visto cara
de gilipollas.
14-Z
Y sigo
con el tema de la infanta porque es que la cosa no tiene fin. Estoy harta de
que, siendo ciudadana, me traten como súbdita, pero ya que nos tratan como súbditos preferiría que nos dijeran: hatajo
de pringaos, nos tenéis que mantener porque sí, y si hay corrupción e
ilegalidades os aguantáis que para eso sois unos pringaos. De verdad,
preferiría eso a que me llamarán gilipollas en mi cara a diario con las
explicaciones chiripitifláuticas de que se han equivocado simultáneamente 13
inspectores de hacienda y registradores de la propiedad con un dni cuyo número
es 14-Z. Estoy harta, harta de que encima de la infamia caigan el insulto y el
ninguneo. La infamia de ver cómo la injusticia es igual para casi todos los
ciudadanos, de ella quedan libres la realeza y los cortesanos, el insulto de
llamarnos tontos a todos contándonos un cuento chino que se les debe haber
ocurrido estando borrachos (no se me ocurre otra explicación) y el ninguneo de
no molestarse siquiera en inventarse una historia coherente o que por lo menos
nos podamos tragar. Y constato que cuando nos dan una rueda de molino para
comulgar, funcionan siempre con el mismo patrón, porque hay que ver lo que se
parece esta explicación del dni al chiste del finiquito que nos contó la
incomparable Cospedal. Y se van clarificando las cosas, los bandos están cada
vez menos difusos: de un lado, la realeza, literalmente una casta aparte,
acompañada de políticos y periodistas cuyo cortesanismo da vergüenza ajena a
cualquiera que tenga un asomo de dignidad; y de otro todos los demás, los
ciudadanos/súbditos, a los que no nos cabe ya ni una gota más de indignación en
el cuerpo. Como decía mi padre cuando alguno estaba por encima de harto: se nos
ha llenado el gorro de guijas. Y nos tenemos que seguir aguantando. A ver cuál
es la próxima.
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