BONJOUR TRISTESSE
La próxima coronación de Felipe VI me produce molestias
físicas, localizadas no sé dónde: en la cabeza seguro, aunque también afecta a
otros órganos como el corazón, el estómago… Es, será, como asistir a la quema
en plaza pública de los restos de una democracia nominal, ficticia. Sí, estamos
mejor que en Siria, y eso que es una república. Sí, estamos peor que en Suecia,
y eso que es una monarquía. Y qué. Como si se pudiera comparar. Qué tendrán que
ver los huevos para comer trigo. Mi sentimiento tiene que ver con el hecho de
ser forzados a asistir a un espectáculo viejuno y periclitado, al acatamiento
de una forma de estado ni querida, ni deseada, ni debatida, ni votada. Impuesto
el padre y aceptado por miedo, precaución, prudencia neurótica y leyes
tramposas. Impuesto el hijo y metido con calzador en virtud de un rodillo
mediático que deja pequeñito al “pensamiento único” de las dictaduras.
Y sí, sé que lo urgente es el paro, la corrupción, los
desahucios, las injusticias. Sé que nuestras fuerzas se deberían focalizar en
todo lo anterior y muchas otras cuestiones de esta democracia que es una opera
bufa. Pero esto lo que me bulle hoy.
Quizás no debería tomarme estas cosas de forma personal.
O quizás sí. Pero cómo evitar lo uno o lo otro. Cómo evitar sentirme como me
siento hoy al pensar en esto: triste.
Bonjour tristesse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario