LA LLUVIA
Anoche
llovía como si fuera sábado. Yo oía llover y soñaba que era sábado. Pero no, es
martes. Y es que hay días que deberían ser sábado, hay días en que no debería
una levantarse de la cama y abrir los ojos al mundo para que éste insulte su sentido común o su
inteligencia o su sensibilidad. O las tres a un tiempo. Leo en las noticias que en un colegio público
de Navalcarnero dan preferencia para matricularse a los menores que no tengan
ningún progenitor en paro, con el pláceme de la Comunidad de Madrid. Ya, ya sé
que en condiciones normales debería ser al revés. Pero es que vivimos al revés,
empadronados todos en Revés. Y que ya no existen las condiciones normales, si
es que alguna vez han existido. Y como hay días en que no me canso de que la realidad
me utilice como sparring, sigo leyendo y me encuentro con las declaraciones del
padre del guardia civil condenado por grabar riéndose una agresión sexual e
indultado graciosamente por Gallardón (que maldita la gracia, la verdad). El
padre de este Animal de Bellota (Animal de Bellota Sénior y concejal del PP)
sale diciendo que su hijo no tiene por qué pedir perdón, que la culpa es de la
mujer por, al parecer, ser mujer. Y no sé si insulta en particular (a esta
mujer en concreto) o en general (a la mujer como género), pero en uno u otro
caso o en ambos, yo me siento insultada. Mientras el otro se siente indultado,
porque lo es, porque lo está.
Y para rematar esta mañana tan rara, leo el
poema de José Daniel Espejo: Miguelito
battles the Pink Robots y todo se vuelve vértigo y lágrimas y esperanza al
fin, pero sin dejar de llorar. Mientras, la vida sigue y luce el sol de un
martes cualquiera.
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