lunes, 8 de mayo de 2017

¿ABRIR EL DEBATE?

¿ABRIR EL DEBATE?

A raíz de la noticia de El Confidencial sobre el trabajo no remunerado de becarios en restaurantes y las posteriores declaraciones del cocinero Jordi Cruz, hemos sabido que si trabajas para alguna celebridad, date por pagado: estás cobrando en una moneda que se llama prestigio. Eso sí, no cotiza a la Seguridad Social ni paga la hipoteca, pero, oye, cuánto honor. Tampoco lo querrás todo. Si ese es el trato supongo que Jordi Cruz tampoco cobrará a TVE por su presencia en Masterchef, y que, al igual que los becarios que trabajan para él, también recibirá su estipendio en fama, la que le da un medio público para promocionar su restaurante. No queremos pensar que gente tan honesta funcione con un doble rasero.
Lo que Jordi Cruz plantea a través de una explicación cínica en extremo es una relación laboral basada en una desigualdad vergonzosa. Por cierto, el presidente de la Ceoe también es de la opinión de que, efectivamente, el trabajo de los becarios es impagable... Estos llamados emprendedores de éxito en neolengua tienen un nombre en castellano antiguo: depredadores sociales. No generan empleo, puesto que no pagan sueldos sino que se aprovechan de forma descarada de su situación de privilegio para beneficiarse del trabajo de otros. Pero lo que realmente preocupa es que se haya puesto sobre el tapete el tema  de si pagar con prestigio es sueldo suficiente.

Hay cuestiones para las que el simple hecho de abrir el debate ya supone cruzar una línea roja. Me explicaré. Si yo os digo: venga, vamos a abrir el debate sobre canibalismo o sobre venta de órganos, estoy segura de que me diríais: ¿estás loca, qué debate? Y esa sería la respuesta correcta. Hay temas que no se pueden ni se deben plantear. Sin embargo hemos visto cómo se ha abierto recientemente el debate acerca de vender o alquilar el cuerpo de otro ser humano, o sea, sobre la pertinencia de convertir a las mujeres pobres en meras incubadoras. Y estos días se está planteando  la cuestión de hacer trabajar a personas jóvenes sin que cobren, o sea sobre la pertinencia del trabajo en condiciones de semi esclavitud. Estos son los  nuevos vectores de avance del neoliberalismo para el cual todo es objeto de compra-venta y donde la única ley a respetar es la de la oferta y la demanda.  Y la respuesta no es sólo en ambos casos un rotundo NO: no a la venta ni alquiler de cuerpos y no a trabajar sin cobrar.  La respuesta es que el mero hecho de plantear dichas cuestiones ya es una trampa porque nos llevan a su terreno, o sea, a discutir temas que ni siquiera se deben cuestionar, del mismo modo que a nadie en su sano juicio se le ocurriría abrir el debate, insisto, sobre venta de órganos o canibalismo. Así es como se comienza a producir un cambio de paradigma, abriendo el debate. Hay líneas rojas que no se deben cruzar jamás porque cruzarlas supone poner en riesgo nuestra condición humana para convertirnos en mera mercancía. Esas líneas rojas son las que atañen a nuestra dignidad como seres humanos y deberían ser intocables.