sábado, 7 de agosto de 2021

CUÑADISMO NEW WAVE

 CUÑADISMO NEW WAVE

Me encuentro mucho últimamente con mensajes como este y parecidos que la chavalada comparte en redes alegremente: 

“A un niño:

No se le enseña a respetar a un gay, se le enseña a respetar a todos.

No se le enseña a no pegar a un negro, se le enseña a no pegar a nadie.

No se le enseña a no maltratar a una mujer, se le enseña a no maltratar.

El problema es de aquel que prefiere diferenciar los respetos”.

En una lectura superficial puede parecer un mensaje razonable, envuelto en las ricas vestiduras  de lo equidistante y cool. Guay a tope. Pero le acercas la lupa un poco y parece que lo hubiera escrito el mismo de yo no soy ni feminista ni machista o de para cuándo el día del orgullo hetero. O sea, cuñadismo en estado puro, cuñadismo new wave.

Por supuesto que a un niño (y a un niña también, que se nos olvida) se le enseña a respetar a todos, a no pegar a nadie y a no maltratar. Pero se puede dar un paso más, puesto que somos una sociedad avanzada. Por eso tengo la esperanza de que podamos enseñar a niños y niñas que hay violencias específicas en contra de determinadas personas y determinados colectivos y que deben aprender a identificarlas. Y lo aprenderán, seguro, las criaturas son listísimas.

Espero que como sociedad seamos capaces de enseñarles que por desgracias existe una violencia específica contra gays y lesbianas porque hay una cosa llamada homofobia  y que esa violencia suele empezar con risitas, aislamiento e insultos y que si se encuentran con este tipo de actitudes deben apoyar a la persona que está siendo hostigada porque eso forma parte del imprescindible entrenamiento en el respeto. 

Espero que como  sociedad seamos capaces de enseñarles que desafortunadamente existe el racismo (racismo como el que atufa en la frase “no se le enseña a no pegar a un negro”) y deben saber que si tienen amigos o amigas de otros países, razas o religiones pueden ser objeto de un tipo de discriminación vinculado a su origen. Sólo conociéndolo serán capaces de combatirlo.

Espero que como sociedad seamos capaces de enseñarles que el machismo es una triste realidad más extendida de lo que somos capaces de ver y que en consecuencia cada año mueren en torno a cien mujeres a manos de sus parejas. Deben ser capaces de identificar las actitudes machistas porque la violencia no se presenta de golpe sino que viene precedida de desprecio, acoso y manipulación. Afirmar “no se le enseña a no maltratar a una mujer, se le enseña a no maltratar” es tanto como afirmar que no existe violencia de género, que existe solo la violencia. Y sabemos que no es verdad. Y sabemos quién está empeñado en extender la falacia de la violencia sin género.

Y con esta frase: “El problema es de aquel que prefiere diferenciar los respetos”, tengo un problema personal porque soy de las que piensan que hay que diferenciar los respetos, que no pasa nada, que el respeto no se desvirtúa por ello, bien al contrario, se hace más profundo porque se complejiza.  Como soy de las que piensan que se necesitan observatorios estatales específicos para violencias específicas porque se precisan datos para una lucha radical y efectiva contra violencias concretas. Hablar solo de violencia, así, en general, es no hablar de nada.

El asesinato de Samuel en A Coruña fue un asesinato homófobo, el asesinato de Younes Bilal en Murcia fue un asesinato racista, el asesinato de Mariángeles Guerrero en Málaga fue un asesinato machista.  Como le quitemos los adjetivos, tal y como pretende este interesado mensaje, no sabremos ni de lo que estamos hablando y así mal podremos combatir las distintas violencias.

Amigos y amigas, los think tanks ultras están afinando tanto que a poco que nos descuidemos nos la cuelan. Mucho cuidadito.


miércoles, 4 de agosto de 2021

UNA MONARQUÍA CUESTIONADA

 UNA MONARQUÍA CUESTIONADA


Se nos ha ofrecido como verdad única un relato contaminado de la Transición, un relato del que se han borrado o distorsionado los elementos discordantes con la idea –fuerza que se quiere difundir, la idea de que el rey trajo la democracia a nuestro país. Tras la muerte de Franco era imprescindible una transformación política, una transición de la dictadura a la democracia, en consonancia con los países del entorno, transición para la que presionaban distintas fuerzas internacionales. Pero esa transformación inevitable estuvo tutelada en España por quienes habían detentado el poder durante cuarenta años. Para ello fue necesario dejar en las cunetas a más de doscientos mil muertos, negar parte de nuestra historia, transigir con nombres de calles dedicados a asesinos y torturadores, mantener al dictador en un mausoleo al que se le ha seguido rindiendo culto hasta el año pasado, rebajar el carácter de la dictadura a dictablanda, tolerar un rey auspiciado por el dictador, promocionar un olvido generalizado y presentar la Guerra Civil como una pelea de dos hermanos en la que ambos merecían por igual una dura reprimenda, olvidando que la guerra fue promovida por intereses políticos y económicos en contra de un gobierno legítimo.


Nos han querido convencer de que somos especialistas en fratricidio y que la Guerra Civil no es más que la consecuencia de ese carácter perverso y no el resultado de la presión de poderosos intereses opuestos a un gobierno progresista. La idea de esa equidistancia imposible únicamente puede interesar a quienes están de acuerdo con que los militares tumbaran un gobierno emanado de las urnas. 


El huevo de la serpiente puesto por la dictadura y que eclosionó en democracia fue una monarquía con impunidad absoluta, irresponsable por mandato constitucional, mandato que el emérito se tomó al pie de la letra, como ha quedado en evidencia con las recientes noticias que hemos ido teniendo. Resultado de esa impunidad es una fortuna personal calculada según Forbes en dos mil quinientos millones de dólares, el uso de instituciones públicas para trapicheos privados, el mantenimiento de amantes a racimos mientras se ofrecía la imagen de familia ejemplar y un largo etcétera de manejos oscuros que ahora nos sonrojan y que una prensa cortesana nunca se atrevió a sacar a la luz. Daba igual lo que el rey hiciera, él había sido el salvador de la patria y no había irregularidad o delito que no pudiera ser pasado por alto. Cuenta Anasagasti que Suárez le comentaba que al rey solo le interesaban las mujeres, las cacerías y el dinero. Hemos tenido un jefe del estado más propio de la Edad Media que de nuestro siglo. 


El problema para la monarquía ha venido cuando esas irregularidades han trascendido nuestras fronteras y han topado con instituciones menos benévolas con cierto tipo de actuaciones y nos encontramos con que el rey emérito está siendo investigado por la justicia suiza por actos derivados de su actividad como comisionista, que es a lo que se ha dedicado a lo largo de todo su reinado, no embajador de nuestro país, como se nos ha querido hacer creer: comisionista puro y duro, utilizando instituciones públicas para usos privados. Cuando la fuerza de los hechos no puede ser ya detenida, el tour de force por el que la monarquía y los monárquicos han optado es emitir el mensaje de que el rey viejo no tiene nada que ver con el joven. Se le aparta de la institución, se procede a hacer una limpieza en profundidad de la imagen (y digo bien de la imagen, que no de la institución) y se inicia una nueva etapa. Este rey está muy preparado, es joven, dinámico, no tiene gran cosa que ofrecer, es verdad, pero dejadle que está a punto de hacer algo.  Y no os preocupéis que este nuevo rey no es corrupto.


Que el monarca residente pueda ser corrupto, con ser grave, no es lo peor. Lo peor es que preside una institución que, según todos los indicios, sí lo es: la monarquía carece de fiscalización, carece de rendición de cuentas y carece de transparencia, los tres pilares que garantizan la limpieza democrática de cualquier institución. Que Felipe VI sea o no corrupto no es tan relevante, lo grave es que podría serlo si quisiera porque se dan todas las facilidades para ello. El tratamiento que se ha dado a la huida del padre así lo corrobora y manda el mensaje de que tienen patente de corso tanto el padre como el hijo, para actuar como quieran. Si pasamos por alto todas las irregularidades del emérito y decidimos que sus actos no tengan consecuencias, aceptamos al mismo tiempo que el actual monarca reciba el mismo trato. Nuestra dignidad como ciudadanía depende de aceptar este hecho o de no aceptarlo.